lunes, junio 05, 2006

Tintas. Pentecostales.

Bitacora del Navegante. Tintas.

No sé cuánto ha hecho el Espíritu Santo, y repito con Martín que quizás la idea es no saberlo. Tengo la noche estrellada dentro. Mi escudo es el silencio. No es en vano volver -de cerca o lejos, como el hijo pródigo-. Tampoco Holderling fue en vano, y rogué por vosotros.


I.
Una medida del tiempo nos separa,
y entre las sombras,
mi sombra te precede.
Sentirás la urgencia de un viaje
imposible, hoy próximo?

Despues de confiar tu vida al camino
y llegar entre gallos
a la isla de luz,
quizá notes al hombre de la esquina
en el hotel: está buscando,
pero no quita los pies
del umbral.

Con el café aclara;
y la claridad de la mañana
despierta gente;
y al transporte,
que no hace más que responder
para que puedas alcanzar otra pregunta.

Si miro desde aquí,
una medida de tiempo nos separa.
En alguna de sus reglas,
en éste mismo espacio,
estamos juntos:
y es un fin. Es un principio.

II.
Tiene muchos años.
Quién sabe si no es la luna
la que mira
y nosotros, los contemplados...

III.
De esta forma se escribe Milagro:
con la savia color tinta
sobre una hoja de papel/madera.
Resurrección, descendencia
y creación.
Mi Angel, Papá, Viejo:
poco más que tus últimas deudas
en monedas de a un peso
dejaste escrito para mi herencia.
Orfandad
que me obliga a continuarte.

Cuños te recrean;
nos confunden a vos y a mi
en el reencuentro.

IV. Soliloquios.
Es demasiada la casualidad
de que todo sea casualidad.
Al menos yo no soy casual:
Digo ésto; y algo se:
te supe allí.
...
Lo peor de saberte lejos
es que eso no está por verse.
...
Basta manos, corazones!
Silencio el alma!
Ojos! A pasear letras dormidas,
y robar el sueño.

V. Nocturno.
Cierro los ojos y hago la noche,
y un pájaro dorado
se escapa del nido eléctrico.
Cruza los párpados,
en un vuelo inmóvil.

VI. Profecía.
Un niño espera Belén.

VII. Monacal.
Abro un mundo desgajado,
con plagas de corrupción.
Dos gusanos habitantes
ignoran qué son
que quieren.
Se arrastran y se buscan.
Buscan juntos, expuestos,
la profunda humedad, o la sombra.
Sólo hay un Dios que cierra mandarinas.

sIF