jueves, junio 16, 2005

Tintas. De noches desiertas.

Bitácora del Navegante. Tintas.

"En una noche oscura..."

A veces me sorprende una noche oscura,
y se conecta, por ósmosis, secretamente,
inundando de exterior el interior.
Cuando eso pasa,
las luces de los ojos se quedan sin aliados,
como las del alma, solas.
Y es prudente -o necesario- ir a esconderse
en una esquina, en un desierto.
Ahí conjuro yo el miedo,
lo miro de reojo: es,
un pozo donde no me alcanza el brazo,
una distancia que siempre se aleja.
De frente amenaza un sendero,
que corre justo hacia mí,
bajo mis pies -nunca detrás-.
Y el viaje es el más largo, pero,
si esta vez, o la próxima,
consigo dar ese pequeño paso,
seguro pierda mi temor,
venza la distancia,
y me encuentre cara a cara,
con el propio espejo,
del cual, reflejo, soy:
la Luz,
en donde mi abanico de senderos nace,
en donde mi destino caminante espera.


"...Es la terrible incógnita del hombre, "ese desconocido". Tiene miles de estratos el ser humano y la mayoría de ellos permanece allá abajo en las oscuras galerías, sin salir nunca a la luz. Cómo decir? No se puede comparar ni con las entrañas de la tierra, ni con los abismos del mar, ni con el mundo sideral. Es mucho más complejo. Todo ser humano lleva regiones inexploradas y casi inexpugnables. Elementos antagónicos, en la más contradictoria fusión, se arman mutuamente la guerra en el interior del hombre..."
"...El pobre de Asís vivió mirando a Dios, en esta emergencia comenzó a mirarse a sí mismo, y se apoderó de él una viva impresión de no valer nada, de no tener preparación ni cualidades para conducir un pueblo de hermanos y, para mal de males y peor que todo, ser infiel y pecador. El pobre Hermano debió vivir una situación desesperante..."
"...Pero, quién era él? Y aquí comenzó a enfocar la mirada exclusivamentes sobre sí mismo. El era un pobre hombre, un poca cosa, sin preparación alguna, iletrado e ignorante, absolutamente carente de dotes de conductor.
Estos hermanos habían confiado en él, pero, qué tenía él para ofrecerles? Su indignidad y su condición de pecador. Qué sería de este grupo de hermanos después de tres o cuatro añós? Ir al Papa a fin de pedir autorización para vivir otro esquema de vida religiosa? Pero esto no era presunción? Y además, pedir al Papa, qué? Se podía lanazar a una agrupación humana por caminos heroicos? Y si fracasaba? En fin de cuentas, no era él un embaucador, un atrevido y por sobre todo un pecador?
No tenía salida. Encerrado en sí mismo, el pobre Francisco fue rodando por la pendiente de la inseguridad, de la duda y desconfianza. La angustia se le metió como una crecida de río e inundó todo su ser..."
Crisis de San Francisco en el Speco de Poggio Bustone, Rieti.
El hermano de Asís, Ignacio Larrañaga.