miércoles, mayo 11, 2005

Descontexto. Maldito Acento Frances

Bitácora del Navegante. Descontexto.

En el océano de las letras, muchos hemos visitado las playas rodeadas por mares de romanticismo y surrealismo; muchos conocemos algo del legado de los famosos "malditos" poetas galos.
Existen empero en un lugar intermedio, islas escondidas formadas por unas líneas de sus hermanos no tan mediáticos, no tan difundidos, no menos malditos, no menos talentosos, no menos franceses.

SOLAMENTE DESEO AMARTE...
Solamente deseo amarte
Una tempestad llena el valle
Un solo pez el río
Te he hecho
A la medida de mi soledad
Todo el mundo para esconderse
Días y noches para comprenderse
Para contemplar en tus ojos
Todo lo que pienso de ti
Y de un mundo hecho a tu imagen
Y las noches y los días gobernados por tus párpados.

LA ENAMORADA
Ella vive de pie sobre mis párpados
Sus cabellos están entre los míos
Tiene la forma exacta de mis manos
Y el color de mis ojos que la miran
Ella se hunde entre mi propia sombra
Como una piedra en el azul del cielo.
Ella tiene los ojos siempre abiertos
Y me impide dormir con su mirada
A plena luz sus sueños luminosos
Hacen evaporar todos los soles
Sus sueños me hacen sollozar, reír
Y hablar sin tener nada que decir...
"Se ha podido pensar que la escritura automática hacía inútiles los poemas. No: aumenta, desarrolla únicamente el campo de examen de la conciencia poética, enriqueciéndola. Si la conciencia es perfecta, los elementos que la escritura automática extrae del mundo interior se equilibran con los del mundo exterior. Reducidos entonces a una igualdad, se entremezclan, se confunden, para formar la unidad poética"
*

EL REFUGIO MALTRATADO
Siempre me ha gustado la proximidad, sobre un camino de tierra,
de un hilillo de agua caída del cielo que viene y va persiguiéndose
a sí mismo, y la tierna torpeza de la hierba mediana a la que una carga
de piedras detiene -igual que un revés oscuro pone fin al pensamiento.

LA ROSA DE ROBLE
Cada una de las letras que componen tu nombre,
oh Belleza, en el cuadro de honor de los suplicios,
desposa la llana simplicidad del sol, se inscribe
en la frase gigante que cierra el cielo, y se asocia
al hombre encarnizado en engañar a su destino
con su contrario indomable: la esperanza.

*
V
... Porque esas aguas quietas son como leche y todo lo que se explaya en las apacibles soledades de la mañana.

El puente, lavado antes del amanecer por un agua en sueños semejante a la mezcla del alba, entabla una hermosa relación con el cielo. Y la infancia adorable del día, por el emaparrado de las tiendas rodadas, desciende hasta mi canción.

Infancia, mi amor, ¿no era más que eso?

Infancia, mi amor... ese doble anillo del ojo y la delicia de amar...

Hace un tiempo tan sereno, y por otra parte tan tibio, un tiempo tan continuo que se antoja muy extraño estar allí, con las manos atadas a la sencillez del día...

Infancia, mi amor, no hay más que ceder... Pero, ¿lo he dicho ya? No quiero agitar más esa ropa blanca, allí, en lo incurable, entre las verdes soledades de la mañana... Pero, ¿lo he dicho ya? Sólo hay que servir como de soga vieja... y este corazón, este corazón, ¡allí!, arrastrándose sobre los puentes, más humilde y más salvaje y más, que un viejo estropajo, extenuado...
*
ATARDECER DE LAS OVEJAS
La mancha de sangre despunta en el horizonte de aquí.
La gota de leche acaba en el horizonte de allá.
Hombre simple que se esparce en la flauta y cuya prudencia tiene la forma de un perro negro, el pastor desciende la adolescencia de la colina.
Lo siguen sus ovejas, con dos pámpanos por oreja
y dos racimos por ubres:
viñas ambulantes.
¡Tan puro el rebaño! que, ese atardecer estival,
parece nevar infantilmente hacia la llanura.
Esos menudos estuches de vida,
allá arriba, han pacido las cazoletas,
y vuelven a bajar plenas.
Mis Deseos también,
estimulados por la flauta de la Esperanza y el perro de la Fe,
subieron esta mañana la colina del Misterio, y se fueron allí
más alto que las ovejas de mi aldea, las ovejas de mi alma.
Pero, entre la pradera de jacintos, la olorosa estrella
incendió los dientes ávidos que querían desprender
su corpiño fértil.
Por eso mi rebaño sutil a la hora del ángelus,
regresa a sí mismo, los flancos desesperados.
Las ovejas están en el redil, y su hombre simple va
a dormir entre su flauta y su perro negro
*


TENGO FRIO...
Tengo frío en el corazón y tiemblo
desde las profundidades del dolor te llamo
con un grito inhumano
como si pariera.
Tu me ahogas como la muerte
lo sé desgraciadamente
sólo te encuentro agonizando
eres bella como la muerte.
Todas las palabras me ahogan.

ERES EL HORROR...

Eres el horror de la noche
te amo como se agoniza
eres débil como la muerte.
Te amo como se delira
sabes que mi cabeza muere
eres la inmensidad, el miedo.
Eres bella como matar es bello
con el corazón desmesurado me ahogo
tu vientre está desnudo como la noche.

*

“Sentir antes que comprender”


SIF (StolenImageFrom:)

"En La Odisea se lee que los dioses dan desgracias a los hombres para que las generaciones siguientes tengan algo que cantar. Veinticinco siglos después, Mallarmé pensó lo mismo, pero él pensó en términos de un libro, dijo: "Tout abouti à un livre", es la misma idea, la idea de que nuestras experiencias son hechas para el arte, son hechas para hacer otras formas de arte. En este arte encontramos a primera vista que quizá el infortunio es más rico que la felicidad, la derrota es más rica que la victoria. La derrota puede hacernos pensar, mientras que en la victoria se mezclan las interjecciones, la vanidad: entonces el infortunio es mejor. Ciertamente todos tenemos nuestra parte de felicidad y de infortunio: pero la felicidad es un fin en sí mismo y no exige nada mientras que el infortunio debe ser transformado en otra cosa. Es decir, el infortunio sería la materia del arte, o también la nostalgia, la nostalgia está ligada a una felicidad perdida, a un paraíso perdido..."

Jorge Luis Borges

No tengo voz para elogiarte, hermano mío.
Si me inclinara sobre tu cuerpo
que la claridad va a dispersar,
Tu risa me rechazaría.
El corazón entre nosotros,
durante lo que se llama impropiamente una hermosa tormenta,
Da en tierra varias veces,
Mata, cava e incendia,
Luego renace más tarde en la dulzura del hongo.
No necesitas un muro de palabras para exaltar tu verdad,
Ni las volutas del mar para ungir tu profundidad,
Ni de esta mano febriciente que nos rodea la muñeca,
Y suavemente nos conduce a derribar un bosque
En donde el hacha son nuestras entrañas.
Está bien.
Vuelve al volcán,
Y nosotros,
Que lloremos, asumamos tu relevo o preguntemos:
"¿Quién es Artaud?' a esa espiga de dinamita de la que ningún grano
se separa,
Para nosotros, nada habrá cambiado,
Nada, sino esta quimera viviente del infierno que se despide
de nuestra angustia.

(París, 8 de marzo de 1948).
Antonin Artaud, René Char