domingo, febrero 06, 2005

Bodega. Tangos.

Bitácora del Navegante. Bodega.

El mar sigue agitado afuera, y la tripulación nerviosa dentro. No se oyen mas que rechinar los clavos de las cuadernas y los dientes de los que alientan un motín.
Mucho ruido... el mar ruge, los recuerdos rugen, y también salpican de dolor espumoso este alma arrinconada.
Hace un par de días que acuartelado me encuentro en el castillo de popa y mi camarote. Desde que ví el mar y me asustó su inmensidad despiadada.
Si los poetas siguen siendo mensajeros de los dioses, quizás alguna canción que se eleva en el aire se lleve mi destino, como una paloma mensajera.

Una canción con alma, un Tango de vida y muerte, que cite al amor, y le diga adiós.

Percanta que me amuraste
en lo mejor de mi vida
dejándome el alma herida
y espinas en el corazón,
sabiendo que te quería,
que vos eras mi alegría
y mi sueño abrasador;
para mí ya no hay consuelo
y por eso me encurdelo
pa' olvidarme de tu amor.
Mi noche triste (1917) Pascual Contursi Samuel Castriota

Quiero emborrachar mi corazón
para apagar un loco amor
que más que amor es un sufrir...
Y aquí vengo para eso,
a borrar antiguos besos
en los besos de otra boca...
Si su amor fue flor de un día,
¿por qué causa es siempre mía
esta cruel preocupación?
Quiero por los dos mi copa alzar
para olvidar mi obstinación...
y más la vuelvo a recordar...
Nostalgias...
de escuchar su risa loca
y sentir junto a mi boca,
como un fuego, su respiración.
Angustia... de sentirme abandonado
y pensar que otro a su lado
pronto... pronto le hablará de amor.
¡Hermano!...
Yo no quiero rebajarme,
ni pedirle, ni llorarle,
ni decirle que no puedo más vivir...
Desde mi triste soledad veré caer
las rosas muertas de mi juventud.
Nostalgias (1935) Enrique Cadícamo Juan Carlos Cobián

Volvió una noche, no la esperaba,
había en su rostro tanta ansiedad
que tuve pena de recordarle
su felonía y su crueldad.
Me dijo humilde: Si me perdonas,
el tiempo viejo otra vez vendrá.
La primavera es nuestra vida,
verás que todo nos sonreirá.
Mentira, mentira, yo quise decirle,
las horas que pasan ya no vuelven más.
Y así mi cariño al tuyo enlazado
es sólo un fantasma del viejo pasado
que ya no puede resucitar.
Callé mi amargura y tuve piedad;
sus ojos azules, muy grandes se abrieron.
Mi pena inaudita pronto comprendieron
y con una mueca de mujer vencida me dijo:
Es la vida. Y no la vi más.
Volvió una noche, nunca la olvido,
con la mirada triste y sin luz.
Y tuve miedo de aquel espectro
que fue locura en mi juventud.
Se fue en silencio, sin un reproche,
busqué un espejo y me quise mirar.
Había en mi frente tantos inviernos
que también ella tuvo piedad.
Volvió una noche (1935) Alfredo Le Pera Carlos Gardel

Ha llegado el momento, querida,
de ausentarme quién sabe hasta cuándo,
en mi labios se asoma temblando
una mueca que dice el adiós.
Nuestro amor fue un amor del momento,
mi cariño fue un ave de paso
y tus besos de miel y de raso
un vaso sagrado que no olvidaré.
¡Adiós, muñequita de cobre!
Muchacha morena, tu amor tropical
exhala en mi alma su risa salobre
como una canción sentimental.
La luna de Río se queda
para que en las noches le cuente que yo
pasé por tu lado, viajero incansable,
pasé por su lado y dejé el corazón
Ave de paso (1936) Letra: Enrique Cadícamo Música: Charlo

¡Qué desencanto tan hondo,
qué desconsuelo brutal!...
Qué ganas de echarse al suelo
y ponerse a llorar...
Cansao de ver la vida
que siempre se burla
y hace pedazos mi canto y mi fe.
La vida es tumba de ensueños con cruces
que abiertas preguntan: ¿Pa' qué?...
Desencanto (1937) Enrique Santos Discépolo y Luis César Amadori

Me acobardó la soledad
y el miedo enorme de morir lejos de tí...
¡Qué ganas tuve de llorar sintiendo junto a mí
la burla de la realidad!
Y el corazón me suplicó que te buscara
y que le diera tu querer...
Me lo pedía el corazón y entonces te busqué,
creyéndote mi salvación...
Y ahora que estoy frente a ti
Parecemos, ya ves, dos extraños...
Lección que por fin aprendí:
¡Cómo cambian las cosas los años!
Angustia de saber muertas ya
la ilusión y la fe...
Perdón si me ves lagrimear...
¡Los recuerdos me han hecho mal!
Palideció la luz del sol,
al escucharte fríamente conversar...
Fue tan distinto nuestro amor
y duele comprobar que todo, todo terminó.
¡Qué gran error volverte a ver
para llevarme destrozado el corazón!
Son mil fantasmas, al volver
burlándose de mí,
las horas de ese muerto ayer...
Como dos extraños (1940) José María Contursi Pedro Laurenz

...Mariposita, muchachita de mi barrio
te busco por el centro,
te busco y no te encuentro
siguiendo este calvario,
con la cruz del mismo error
te busco porque acaso,
nos iríamos del brazo
vos te equivocaste
con tu arrullo de sedas palpitantes
y yo con mi barullo de sueños delirantes
en un mundo engañador
volvamos a lo de antes,
dame el brazo y vámonos...
Mariposita (1940) Francisco García Jiménez Anselmo Alfredo Aieta

Nunca podré comprender,
ni lo quiero pensar, qué hay en tu amor.
Niebla sin fin, pena veloz
que abre los rumbos de mi mal.
Cómo quisiera poder olvidarte y huir !
No verte más para arrancar este dolor
y no sentir que he de morir así.
Pero siento que no puedo vivir
sin tus manos, tus caricias, tu amor
y que soy un prisionero de tu desamor.
Vieja angustia de saber que no soy
quien tus sueños enredo en un cantar
y sentir que igual te quiero para mi mal.
Y es un tormento este amor
que no puedo matar, ni amordazar.
Sé que al morir me va a seguir
hasta la tumba tu mirar.
Y cuando intento escapar
de este infierno sin fin,
la voluntad me dice sí,
el corazón me grita no!
y para que luchar?
Cautivo (1941) Luis Rubistein Egidio Pittaluga

Déjame mentir que volverás
que volverás con el ayer,
con el ayer de nuestro sueño.
Déjame esperarte, ¡nada más!...
Qué te importa lo que sufro,
qué te importa lo que lloro...
si no puede ser aquel ayer de la ilusión,
déjame así llorando nuestro amor.
Mucho te esperé sin comprender,
sin comprender por qué razón
te has alejado y no volviste.
Mucho te esperé; fatal dolor de consumir
la soledad en el calor de lo que fuiste.
Debes indicarme qué camino continuar
ya que es imposible que se junten nuestras vidas.
Déjame llorar, siempre llorar,
no ves que ya ni sé qué hablar,
ni qué mentir, ni qué esperar.
Qué te importa que te llore (1942) Miguel Caló y Osmar Maderna

Uno busca lleno de esperanzas
el camino que los sueños
prometieron a sus ansias...
Sabe que la lucha es cruel y es mucha
pero lucha y se desangra
por la fe que lo empecina...
Uno va arrastrándose entre espinas,
y en su afán de dar su amor
sufre y se destroza hasta entender
que uno se ha quedao sin corazón...
Precio de castigo que uno entrega
por un beso que no llega
o un amor que lo engañó...
¡Vacío ya de amar y de llorar
tanta traición!...
Si yo tuviera el corazón,
el corazón que di...
Uno (1943) Enrique Santos Discépolo Mariano Mores

...¡Por qué me enseñaron a amar,
si es volcar sin sentido los sueños al mar?
Si el amor, es un viejo enemigo
que enciende castigos y enseña a llorar...
Yo pregunto: ¿por qué? ¡Sí!,
¿por qué me enseñaron a amar,
si al amarte mataba mi amor?
Burla atroz de dar todo por nada
y al fin de un adiós, despertar llorando...
¿Dónde estaba Dios, cuando te fuiste?
¿Dónde estaba el sol, que no te vio?
¿Cómo una mujer no entiende nunca
que un hombre da todo, dando su amor? ...
Canción desesperada (1945) Enrique Santos

...Fuimos la esperanza que no llega,
que no alcanza, que no puede
vislumbrar la tarde mansa.
Fuimos el viajero que no implora,
que no reza, que no llora,
que se echó a morir.
¡Vete!...
¿no comprendes que te estás matando?
¿no comprendes que te estoy llamando?
¡Vete!...
no me beses que te estoy llorando
y quisiera no llorarte más...
...Fuimos abrazados a la angustia
de un presagio por la noche
de un camino sin salidas,
pálidos despojos de un naufragio
sacudidos por las olas del amor y de la vida.
Fuimos empujados en un viento desolado...
sombras de una sombra que tornaba del pasado.
Fuimos ( 1945) Homero Manzi José Dames

No sabrás... nunca sabrás
lo que es morir mil veces de ansiedad.
No podrás... nunca entender
lo que es amar y enloquecer.
Tus labios que queman...
tus besos que embriagan
y que torturan mi razón.
Sed... que me hace arder
y que me enciende el pecho de pasión.
Estás clavada en mí... te siento en el latir
abrasador de mis sienes.
Te adoro cuando estás...
y te amo mucho más
cuando estás lejos de mí.
Así te quiero dulce vida de mi vida.
Así te siento... sólo mía... siempre mía.
Tengo miedo de perderte...
de pensar que no he de verte.
¿Por qué esa duda brutal?
¿Por qué me habré de sangrar
si en cada beso te siento desmayar?
Sin embargo me atormento
porque en la sangre te llevo.
Y en cada instante... febril y amante
quiero tus labios besar.
¿Qué tendrás en tu mirar
que cuando a mí tus ojos levantas
siento arder en mi interior
una voraz llama de amor?
Tus manos desatan...
caricias que me atan
a tus encantos de mujer.
Sé que nunca más podré arrancar
del pecho este querer.
Te quiero siempre así...
estás clavada en mí
como una daga en la carne.
Y ardiente y pasional...
temblando de ansiedad
quiero en tus brazos morir.
Pasional (1951) Mario Soto Jorge Caldara