lunes, enero 17, 2005

Oratorio. San Antonio.

Bitácora del Navegante. Oratorio.

"García Colombás caracteriza el ciclo original del monaquismo cristiano, el de los Padres del Desierto y del primer cenobitismo, por su radicalismo ascético y por el tono desafiante que su experiencia tuvo para la cristiandad de la época, resumiéndose en él la sabiduría espiritual y teológica alejandrina y la sencillez de la espiritualidad copta.
La historiografía y la patrología coinciden en definir la Vida de San Antonio (VA), escrita por San Atanasio hacia 360, como la fuente más significativa de este ciclo fundacional...
...En primer lugar, es preciso señalar que la Vida de San Antonio tiene un importante sello doctrinal, pues se elabora en el marco de un doble objetivo: por una parte, se trata de difundir el ideal monástico, pero también fundamentar tal ideal en la ortodoxia atanasiana.
Dado que la hagiografía monástica vino a resaltar, luego de la época del cristianismo martirial, el monaquismo como un nuevo tipo de martirio (VA, cap. 47-48), Atanasio asimila el ideal ascético de los anacoretas a la virtud de los mártires y confesores.
En el contexto de "paz para la Iglesia", que se vive en el período constantiniano, el monaquismo es un proyecto de radicalización eclesial que se propone, post época martirial, otro tipo de resistencia y de heroísmo: la conquista de la perfección (VA, cap. 49-88) en cuanto una anticipación de los goces celestiales. En tal sentido, la búsqueda de la soledad y del silencio de los anacoretas son una forma de amar; la huída del mundo es una renuncia al egoísmo de la sociedad, una liberación de la ataduras, "abandonándose a sí mismo".
Este camino de abandono se construye a partir de los misterios de la fe. Dios es "encontrado" a través de una vinculación íntima que liga profundamente al monje con Dios, lo que significa máxima fidelidad, confianza y abandono de los propios deseos para aceptar sólo los del Otro. Esto significa, en el lenguaje de Atanasio, ser "hombre de Dios", expresión suprema de perfección y redención. El ideal atanasiano implica una ascesis de progreso contínuo: la perfección es un camino, un método, la búsqueda del dominio perfecto de sí para lograr la contemplación exclusiva de Dios. El "camino" se entiende como un combate espiritual y un discernimiento de espíritus (VA, cap. 16-43) y en cuanto tal se representa como una demonología, que es un aspecto muy importante en la fábula mística antoniana y que influye significativamente en la espiritualidad bizantina, como ha sido expuesto por Antonio Bravo García, refiriéndose al desarrollo del catálogo demonológico bizantino de raíz monástica post Vida de San Antonio.
En la espiritualidad bizantina, la Vida de San Antonio (como también los Apotegmas de los Padres del Desierto) funcionó como un "espejo de monjes", más que una biografía propiamente tal, y planteó un tema que permanecerá durante todo el transcurso de la cultura bizantina en el plano espiritual: ¿cómo se puede realizar el ideal de la perfección cristiana?
La espiritualidad bizantina entendió la teología como vida: el dogma debe ser vivido y sólo vivido se le puede comprender de algún modo. Aunque es un texto ortodoxo del siglo XIX, es interesante lo que al respecto señala el obispo Filareto de Moscú: "El credo no os pertenece sino en la medida en que lo vivís...Ninguno de los misterios de la sabiduría de Dios, incluso el más secreto, debe pareceros extraño o totalmente trascendente, sino que con humildad debemos adaptar nuestro espíritu a la contemplación de las cosas divinas". La revelación no se ha dado para nuestra curiosidad, sino para nuestra salvación.
Atanasio, además, plantea un tema adicional que también es constitutivo de la espiritualidad bizantina: la teología no por ser mística deja de ser reflexiva e inteligente. Pero esta inteligencia debe ser integrada a todo el ser. En este sentido, la obra antoniana de Atanasio pone los cimientos a una discusión que se expresará posteriormente en el espacio religioso bizantino: el de la teología apofática. En efecto, el Pseudo Dionisio en su "Teología del Misterio" distinguirá dos vías teológicas posibles para acceder a Dios: una procede por afirmaciones (teología positiva), y otra procede por negaciones (apofática). La primera nos lleva a un cierto conocimiento imperfecto de Dios, y la segunda, nos conduce a una "ignorancia total" , que es la vía perfecta que corresponde a Dios, que es Incognoscible por naturaleza, que es trascendente y oscuro por exceso de luz. En la teología espiritual bizantina la vía principal es la apofática: a Dios sólo se le capta en el silencio. Por esta razón , la espiritualidad bizantina tiene su núcleo de sentido en el misterio, en la adoración, y en la unión con Dios. El camino para acceder a Dios es místico. Así, por ejemplo, el dogma no debe pretender captar a Dios, sino permitir "ser captados por El". Esto es una experiencia de la comunidad y, por lo mismo, debe ser llevado a la liturgia en forma de símbolo o de himno. La cumbre del misterio en esta tradición está en la filantropía de Dios, que lleva al escándalo de la Cruz, a la locura del amor a Dios, que se representa en los anacoretas del Desierto ( "locos de Dios" ), y en los santos locos bizantinos . En su "Iniciación a la Teología Bizantina", J. Meyerdorff señala, refiriéndose a este asunto, que "lo propio de la creación no es la contemplación de la esencia divina, inaccesible, sino la comunión con la energía divina, la transfiguración y la transparencia a la acción divina en el mundo".

Utopías de sabiduría y santa locura, Jorge Osorio Vargas.