Descontexto. Mascotas.
Bitácora del Navegante. Descontexto.
La tripulación es, por naturaleza, susceptible a creer en todo tipo de supersticiones. Desde el momento en que un montón de tablas de madera, con ayuda del aire en movimiento, se convierte en su "hogar" la mitad de sus vidas o más, los marineros son capaces de creer en cualquier historia relatada.
Un grumete se encarga de nuestra mascota, Melmoth: es un gato cojo, y dicen que trae buena suerte si su manita delantera os acaricia. Es quien se ocupa también de mantener a raya a la otra "tripulación"... la de ratas... Saben contar sobre él en la bodega, algunas leyendas, con olor a alcohol y gusto enigmático.
"Las primeras muestras de la existencia de gatos domésticos se remontan al antiguo Egipto allá por el 2500 a de C. Fue en el antiguo Egipto donde los gatos alcanzaron su máximo explendor. Los egipcios elevaron al gato a la categoría de dios ; en concreto, la diosa Bast tenía como representación la figura de un gato. Este mismo pueblo tenía leyes que prohibían la exportación de gatos, es más, los ciudadanos del antiguo Egipto estaban obligados a si se encontraban algún ejemplar más allá de las fronteras de su país, llevarlo consigo a su patria. Ocasionar la muerte a un gato se castigaba con la pena de muerte del responsable, incluso si esta se había producido de forma accidental y cuando un gato doméstico moría, los miembros de la familia se enlutaban y se rapaban las cejas en señal de dolor. Las familias pudientes hacían momificar los cuerpos de sus gatos fallecidos ; en 1890, en Berni Hassan, se descubrió un antiguo cementerio de gatos en el que se llegaron a contar 300.000 momias de gatos embalsamados.En los Estados Unidos se ha comprobado que acariciar un gato durante unos pocos meses ayuda a bajar el estrés y la presión sanguínea" De gatos...
No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás.
Eres el dueño de un ámbito
cerrado como un sueño.
A un gato, Jorge Luis Borges.
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