Bodega. Tiempos Celtas.
Bitácora del Navegante. Bodega.
Con asombro veo como un par de marineros toman una marmita, la llenan de caña, le agregan azucar, unos granos de café y quizás la cáscara de algún cítrico.
Acercan el fuego a la superficie alcohólica, y ésta responde ardiendo en masa, con una llama azul.
Un espectáculo asombroso en la oscuridad de la bodega.
La ambivalencia del líquido, sereno por debajo, y el infierno en la superficie.
El marinero del cucharon revuelve el preparado, levanta y deja caer la poción que en realidad, a los ojos, es una cascada de fuego lila. De su boca se desprenden, al tiempo, conjuros en un dialecto celtíbero.
Cuando lo juzgan conveniente soplan, haciendo huir las llamaradas...
Y se sirve así, caliente: un pocillo de Queimada -viejo conxuro que viene de Galia- para cada tripulante.
Y uno para las Meigas, que nos dejan participar de su magia.
Salúd.
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