sábado, octubre 30, 2004

Bodega. Tiempos Celtas.

Bitácora del Navegante. Bodega.

Con asombro veo como un par de marineros toman una marmita, la llenan de caña, le agregan azucar, unos granos de café y quizás la cáscara de algún cítrico.
Acercan el fuego a la superficie alcohólica, y ésta responde ardiendo en masa, con una llama azul.
Un espectáculo asombroso en la oscuridad de la bodega.
La ambivalencia del líquido, sereno por debajo, y el infierno en la superficie.
El marinero del cucharon revuelve el preparado, levanta y deja caer la poción que en realidad, a los ojos, es una cascada de fuego lila. De su boca se desprenden, al tiempo, conjuros en un dialecto celtíbero.
Cuando lo juzgan conveniente soplan, haciendo huir las llamaradas...
Y se sirve así, caliente: un pocillo de Queimada -viejo conxuro que viene de Galia- para cada tripulante.
Y uno para las Meigas, que nos dejan participar de su magia.
Salúd.