viernes, agosto 06, 2004

Bitácora del Navegante. Oratorio.

Contaba con escribir unas reflexiones sobre la oración. Hace rato que quiero hacer un lugar para estar conmigo mismo y con el Todo. Las preocupaciones cotidianas (y mi trato desordenado con ellas) me lo impedían.
Si a eso le sumamos los imprevistos: medio rostro anestesiado por la extracción de una muela, y el cristiano que escribe que hace dos noches no duerme, obtenemos la siguiente conclusión:
" No me queda tiempo ni para reflexionar, sobre por qué no encuentro tiempo para reflexionar".
Tampoco es para tanto =) Lo que quiero decir está grabado, y escritos los pasajes que quiero transcribir. Es un trabajo leve (but not for today!).
Aún así, voy a la Palabra del día, que justo habla sobre la Oración (estoy encaminado?), algún material como para irnos poniendo en tema, calentando motores...
Además, cuando el maestro habla, los discípulos callamos =).

Viernes 6 de agosto 2004 El Evangelio de hoy Mt 17,1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús.Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias, escúchenlo". Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: "Levántense y no teman". Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos".

Reflexión: Este pasaje, del cual se pueden sacar muchas conclusiones teológicas, nos muestra que, si bien es cierto que toda nuestra vida esta fundada en el encuentro profundo y personal con Jesús, producto de nuestra oración, no debemos olvidar que nos espera un mundo en el que hay que establecer el Reino. Los apóstoles, ante la visión gloriosa de Jesús, desearían pasar toda la vida con él. Ya se les había olvidado incluso sus amigos y compañeros a los cuales habían dejado al pie del monte. La vida debe balancearse entre la oración y la actividad. De la oración sacaremos la fuerza y la sabiduría para poder enfrentar al mundo y construirlo; del trabajo en el mundo regresaremos a la oración con los ojos pesados de sueño, pero con el corazón ardiendo en espera del encuentro con el Señor. Cuando estemos gozando de la intimidad de Dios, sea en nuestra oración cotidiana, después de la comunión, en un retiro, etc., tengamos siempre presente este regalo nos lo ha concedido Jesús, como lo hizo con sus apóstoles, para fortalecer nuestra fe y para enviarnos a compartir lo que en la oración hemos vivido y experimentado.

http://www.ser-creyente.com.ar/ppal_anexoevangelio_aldia.htm



“Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”.
(Mc 6,31)


Esta palabra de Chiara Lubich, fue la que tocó al mes de julio del 2003. Mi retiro al Monasterio de los Toldos fue el año pasado, del 8 al 10 de ese mismo julio. Coincidencias... Ese fue un comienzo: marcó el principio de un cambio. Hoy vuelvo sobre el mismo tema. Y no es para bajar los brazos: es que si algo aprendí es que no somos perfectos... y capaz que tampoco es posible serlo, así que... hay que luchar. Fundamentalmente, somos luchadores: el hombre es el animal que cae y tropieza con la misma piedra. Lo que queda entonces es cómo reaccionar a nuestras debilidades. Sobre todo, cuando sabemos que la caída está a la vuelta de la esquina.

Estar con él
De un árbol admiramos su follaje y sus flores y esperamos sus frutos, pero esa vida al árbol le llega de las raíces. Es lo que sucede también con nosotros. Estamos llamados a dar, a amar, a servir, a crear relaciones de fraternidad, a trabajar para construir un mundo más justo. Pero se necesitan raíces, es decir, vida interior de unión con Dios, nuestra relación personal de amor con él, que motiva y alimenta la vida de comunión fraterna y el compromiso social.Es igualmente cierto que, el amor al otro, alimenta a su vez el amor a Dios y lo hace más vital y concreto, tal como la luz y el calor, a través de las hojas, fortalecen las raíces. Amor a Dios y amor al prójimo son expresiones de un único amor. También a nosotros Jesús nos repite lo que un día le dijo a sus discípulos, al verlos cansados por su entrega generosa a los demás. La vida interior y la vida externa son una raíz de la otra.La Palabra de Vida de este mes nos invita, sin embargo, a cultivar de manera especial la vida interior, sobre todo a través del recogimiento, la soledad, el silencio, para profundizar nuestra relación personal con Dios. También a nosotros Jesús nos repite lo que un día dijo a sus discípulos cansados como consecuencia de la constante donación a los demás.

continúa en: http://www.ciudadnueva.org.ar/435/pal0703.htm