lunes, julio 19, 2004

Bitácora del Navegante.  Oratorio.
 
Roma, 12 (NE – eclesiales.org) “Sólo en el silencio el hombre logra escuchar en lo íntimo de la conciencia la voz de Dios, que verdaderamente le hace libre” dijo ayer el Papa Juan Pablo II durante la oración del Angelus en la localidad de Les Combes (Introd), en los Alpes italianos, donde descansa en estos días.
Inspirado por la belleza y la tranquilidad alpinas, el Papa compartió a los peregrinos: “en este oasis de tranquilidad, ante el maravilloso espectáculo de la naturaleza, se experimenta fácilmente lo provechoso que es el silencio, un bien que hoy es cada vez más raro”. “Las numerosas oportunidades de relación y de información que ofrece la sociedad moderna —advirtió— corren el riesgo en ocasiones de quitar espacio al recogimiento, hasta hacer que las personas sean incapaces de reflexionar y rezar”.
Más adelante —luego de señalar que las vacaciones o momentos de retiro son circunstancias privilegiadas para hacer silencio interior y entrar en sintonía con el propio interior y con Dios—, puso a María santísima como “modelo perfecto de escucha de Dios, que habla al corazón humano”.
Roma, 19 (NE – eclesiales.org) El día de ayer el Papa Juan Pablo II tras doce días de descanso en el Valle de Aosta, en los Alpes italianos, rezó el Angelus con los peregrinos en el palacio apostólico en Castelgandolfo. El Santo Padre comentó la lectura del Evangelio de ayer donde mientras Marta está ocupada en las tareas domésticas, María está sentada a los pies del Maestro y escucha su palabra.
“Cristo está siempre en medio de nosotros —afirmó— y desea hablar a nuestro corazón. Le podemos escuchar meditando con fe la Sagrada Escritura, recogiéndonos en la oración privada y comunitaria, deteniéndonos en silencio ante el Tabernáculo, desde el cual Él nos habla de su amor”.
Asimismo, señaló que toda la acción del cristiano debe partir de esta acogida del Señor Jesús en el corazón. “Cuando, por la acción del Espíritu Santo, Dios hace morada en el corazón del creyente, se hace más fácil servir a los hermanos. Así sucedió de forma singular y perfecta en María Santísima”, explicó.