Tintas. Paralelas.
Bitácora del Navegante. Tintas.
Nuestros destinos estaban, como quien dice, cruzados.
Auguraban el encuentro (desde el comienzo!) una serie de mínimas coincidencias, de gestos cómplices, de gustos similares.
Conocerla personalmente era ya el último ingrediente, de Conocerla.
Vivía en mí desde hace rato, quizás desde antes que lo sospechase.
Capté su esencia hasta el punto que me costaba mantener una conversación.
No había nada que decir. Había que hacer, o en todo caso dejar hacer.
Y el desencuentro estaba descartado: un mismo camino nos unía.
Viajábamos en una dirección única, compartida.
Hasta que el destino se cruzó, y los sentidos se contrariaron.
De noche me enteré que ella iba hacia el Norte; en ese mismo momento, yo buscaba el Sur inexorablemente.
Las paralelas nunca se tocaron.
Y eso fue todo lo nuestro.
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