lunes, noviembre 27, 2006

Descontexto. Joseph Conrad.

Bitacora del Navegante. Descontexto.


"De esa idea y de ese aprecio por El espejo del mar, yo no me he apartado un punto. Su relectura en castellano, al cabo de tantos años, sólo ha servido para avivar la predilección y confirmar para mí mismo el veredicto. Es un libro que no tiene desperdicio y, más que eso, que, escrito sin prisa, provoca de manera indefectible esa clase de lectura mansa que sin ningún tipo de avidez por lo que procederá se recrea en la lenta progresión de una sentencia o de una imagen, tan armónica y rítmicamente trazada desde su inicio que su conclusión casi roza la catástrofe. Una muestra, el arranque del capítulo “En cautividad”: «Un barco en una dársena, rodeado de muelles y de los muros de los almacenes, tiene el aspecto de un preso meditando sobre la libertad con la tristeza propia de un espíritu libre en reclusión. Cables de cadena y sólidas estachas lo mantienen atado a postes de piedra al borde de una orilla pavimentada, y un amarrador, con una chaqueta con botones de latón, se pasea como un carcelero curtido y rubicundo, lanzando celosas, vigilantes miradas a las amarras que engrillan el barco inmóvil, pasivo y silencioso y firme, como perdido en la honda nostalgia de sus días de libertad y peligro en el mar».
Juan Benet
“He intentado aquí poner al descubierto, con la falta de reserva de una confesión de última hora, los términos de mi relación con el mar, que habiéndose iniciado misteriosamente, como cualquiera de las grandes pasiones que los dioses inescrutables envían a los mortales, se mantuvo irracional e invencible, sobreviviendo a la prueba de la desilusión, desafiando al desencanto que acecha diariamente a una vida agotadora; se mantuvo preñada de las delicias del amor y de la angustia del amor, afrontándolas con lúcido júbilo, sin amargura y sin quejas, desde el primer hasta el último momento"
"Se incluye también aquí -contratado legalmente por Reino de Redonda- el Prólogo que Juan Benet, a petición mía y como favor de amistad a quien esto firma, escribió para aquella primera ocasión. De hecho fui yo quien entonces propuso este libro, enteramente desconocido en España, para su publicación. y de hecho fue a Juan Benet a quien le oí mencionarlo por primera vez, muchos años antes de 1981, y no sólo mencionarlo: era uno de sus libros favoritos de la historia entera de la literatura, como luego pasó a serlo también mío, sobre todo tras enfrentarme a su endemoniada y extraordinaria prosa y reescribirlo en mi lengua. Pueden imaginarse que, tras reescribirlo por segunda vez, considero El espejo del mar, en algún sentido, todavía más propio que cualquiera de mis novelas, cuentos o artículos, y además -huelga decirlo- infinitamente mejor que todos ellos, juntos o por separado y sin excepción."
Javier Marías.