martes, junio 20, 2006

Pensares. Sobre la corrección.

Bitacora del Navegante. Pensares.

"Tomar el nombre de Dios en vano.
Pecado del clero, pecado de sacerdotes y religiosos,
precisamente porque nos sentimos cerca de Dios
y la familiaridad nos hace creernos con derecho
a usar su nombre en lugar del nuestro".


En el terreno de la noche, se encienden las velas, para que la oscuridad no reine: y así un hilo de luz auspicia el amanecer, y ata los días.
Sigo la Cruz como Camino, Verdad y Vida.
En ése camino, sólo Cristo es verdadera luz que permanece e ilumina: es el Buen Pastor, es la Palabra (el Verbo) hecho carne. Los demás somos imitadores, según la gracia de la fe y la voluntad.
"Y Piedra de tropiezo, y roca de escándalo
á aquellos que tropiezan en la palabra, siendo desobedientes;
para lo cual fueron también ordenados."
A veces nosotros, corderos, y vaya a saber por que piedra del camino, equivocamos el sendero. Y nos convertimos en el peor acecho que tiene un rebaño: un lobo suelto entre las ovejas. Un peligro desde donde no se lo espera. De un costado, desde dentro, nos erigimos en jueces cuando esa tarea esta reservada: buscamos ser pastores del camino, cuando El ya estuvo entre nosotros, y lo ignoramos.
Cuando veo uno de estos hermanitos, tengo ganas de pelear y me pongo como un cabrito... Pero si cuento hasta diez (como ahora) me doy cuenta que guardando silencio, lo dejo hablar a Jesús (Y así yo tampoco me convierto en lobo:)
"Observa todo; pasa por alto mucho; corrige un poco."
Papa Juan XXIII
A ver, a ver si viene ese abogado y nos echa una mano... para corregir la senda.
De ahí, colega, puede venir La Salvación a la Patria.
Y al alma, que parece pedirla a gritos.



Dame, Señor, un poco de sol,
algo de trabajo y un poco de alegría.
Dame el pan de cada día,
un poco de mantequilla,
una buena digestión y algo para digerir.
Dame una manera de ser que ignore el aburrimiento,
los lamentos y los suspiros.
No permitas que me preocupe demasiado
por esta cosa embarazosa que soy yo.
Dame, Señor, la dosis de humor suficiente
como para encontrar la felicidad en esta vida
y ser provechoso para los demás.
Que siempre haya en mis labios
una canción, una poesía
o una historia para distraerme.
Enséñame a comprender los sufrimientos
y a no ver en ellos una maldición.
Concédeme tener buen sentido,
pues tengo mucha necesidad de él.
Señor, concédeme la gracia,
en este momento supremo de miedo y angustia,
de recurrir al gran miedo
y a la asombrosa angustia
que tú experimentaste en el Monte de los Olivos
antes de tu pasión.
Haz que a fuerza de meditar tu agonía,
reciba el consuelo espiritual
necesario para provecho de mi alma.
Concédeme, Señor, un espíritu abandonado,
sosegado, apacible, caritativo,
benévolo, dulce y compasivo.
Que en todas mis acciones,
palabras y pensamientos experimente
el gusto de tu Espíritu santo y bendito.
Dame, Señor, una fe plena,
una esperanza firme y una ardiente caridad.
Que yo no ame a nadie contra tu voluntad,
sino a todas las cosas en función de tu querer.
Rodéame de tu amor y de tu favor.