domingo, abril 02, 2006

Memoria. 2 de abril.

Bitácora del Navegante. Memoria.

30 años nos pasaron a los argentinos por sobre la cabeza, desde el quiebre constitucional del 24 de marzo del 76.

Hoy, 2 de abril, se cumplen 24 años del desembarco y recuperación material de las Islas Malvinas, y del inicio de esa aventura irrespetuosa (para con los combatientes, para con el sentimiento), ese manotazo de ahogado que fue la Guerra del Atlántico Sur para un grupo de comandantes que, desde hacía años, su único adiestramiento era censurar expresiones artísticas, dar rienda suelta al terror y manejar la Nación detrás de un escritorio.

Sif

Uno no puede olvidarse de Malvinas, porque nadie olvida su brazo, o una pierna: está donde uno y lo acompaña porque es parte de él.

Hoy si quiero hacer memoria para recordar al Otro.

A la Sudamérica solidaria y conciente que se reveló, salvo alguna oscura excepción. A mi tío Alberto, por ejemplo, que se anotó de voluntario para ir a las Islas. Es que hubo algo en ésa epoca que nos tocó en un lugar común y nos marcó muy fuerte. Así, como quien se traga el orgullo, pero para regurgitarlo y saber que le es propio, que viene de las entrañas, los argentinos fuimos a buscar nuestra música y resurgió el rock & pop nacional. Fuimos a reafirmar nuestros valores morales sociales, y volvió la democracia. Apelamos a nuestras fuerzas más solemnes (que siempre, son las internas) y aparecieron manos federales (esas que tantas veces dejamos pagando...), manos correntinas, santiagueñas, de todo el país, alistadas para tomar un fusil gastado, corrupto y corrompido.

Sif

Me toca más que otras veces el pecho el recuerdo de mi hermano soldado excombatiente, aunque seguro no lo suficiente.

Y particularmente quiero recobrar a los caídos.
Y en especial por cercanía, quiero reconocer el mérito de quienes integraron un Arma que fue bautizada en fuego para apuntalar delirios de un ejército sin conducción, y de una armada con pocas intenciones y muchas bajas.
Cincuenta y cinco hombres (treinta y seis oficiales, catorce suboficiales y cinco soldados).
Cincuenta y cinco vidas que –estoy convencido- no se perdieron, no se dieron ni se hubieran dado por las órdenes de un general alcohólico, sino por la comunión de sentimientos con los otros millones de argentinos que formamos esta familia.


A los que nos llevaron de vuelta a casa, Salúd.