miércoles, enero 18, 2006

Honores. Edmundo Rivero.

Bitácora del Navegante. Honores.

" Bueno, no voy a decir que soy un tipo lindo. La napia ( nariz) siempre me anduvo delante de los pies, el mentón tirando a prominente y al ver las fotos uno comprende el paso de los años. Aunque ni los años ni la fealdad me preocuparon nunca. Cuando me inicié en esto de darle voz al tango no era necesario ser un galancete; por el contrario, entonces se apreciaba el porte de varón. Tampoco digo que por ser fiero uno es más macho o mejor cantor. Eso lo desmiente el único que tuvo todas, Carlos Gardel. Después de él, cada uno se defendió como pudo. Hoy me veo y pienso que detrás de cada arruga hay una historia, entonces la vida no es una herida absurda para quién se abrió camino en el mundo de la noche. Y el tango es parte de la noche, tiene la armonía del solitario, del que busca desesperado una compañía o compartir un sueño. La noche es una forma de vivir, la gente de la noche es más amplia, no está tan apurada, es más sincera. Contra quienes dicen que en la noche se pierden las ganas de luchar por la vida, yo pienso que es al revés. Ahora miro de nuevo las fotografías y creo que he vivido con coherencia, que siempre he ido al frente. Suena extraño este concepto. Antes nadie dudaba de que se debía ir al frente. No significaba una virtud especial, ni ser decente era una cosa notable, era lo que todo hombre debía ser. Hoy día, parece un tipo fuera de lo común aquél que encara las cosas de la vida con honestidad. Cuando los años van echando plomo en los hombros, uno no puede evitar recordar otras épocas. Era bueno aquello de andar por los pueblitos guitarra en mano, recorrer el país de una punta a la otra. Ha sido un largo camino y he sido fiel a un estilo y a una idea de ser..."
Hace 20 años Edmundo se hizo inmortal.
Alma y caripela del tango, señor de mi admiración y aprecio, voy a pedir ayuda.
Por que no me da el chamuyo, suenen las cuerdas, que abro el juego pa' que hablen los muchachos...

"Los genios de la RCA Víctor que lo escucharon en 1944 con la orquesta de Salgán dictaminaron que no, que no estaba para grabar, que ese cantor tenía un timbre "anormal". El tango vivía su época de oro y se imponía la engolada voz de tenor y la estampa de galán. Leonel Edmundo Rivero no cumplía con ninguno de los dos requisitos: tenía un severo registro de bajo y una fealdad de la que él mismo se reía. De hecho El Feo era el apodo con que lo conocía la noche porteña. Los más íntimos lo llamaban Leonel; Aníbal Troilo le decía Gaucho."
"Su hermana fue instruida en el piano, y su hermano mayor se dedicaba al canto y a las guitarreadas en diversas peñas. Su padre, sin embargo, era empleado del ferrocarril, y fue esto lo que le permitió a Edmundo Rivero poder escuchar a payadores de distintos pueblos, debido a las muy frecuentes mudanzas que la familia Rivero debia efectuar por causa del trabajo de Don Rivero padre."
"Ya casi al terminar de ensayar, comenzamos a escuchar gritos, vivas y ovaciones completadas con aplausos que venían desde la calle. Dejamos lo que estábamos haciendo y ya dábamos por terminado nuestro trabajo de esa noche. Curiosos, nos asomamos al balcón a ver que estaba sucediendo; cuando comprendimos que esos vivas y aplausos eran para nosotros y nos solicitaban, si podíamos repetir lo que ellos desde abajo, desde la calle, habían estado escuchando. Francamente, con mucha satisfacción y alegría cumplimos con el pedido de la gente y, sin darnos cuenta, a puro fuelle y cantor nacía para la posteridad ese hermoso tango conocido en la actualidad como 'La última curda', grabado, hoy en día, por tantos grandes intérpretes de nuestra querida música ciudadana."
"Corría el año 35. Fue en un viejo club del barrio de Saavedra, en un festival en el que actuaban cantores y guitarreros de la zona. A Rivero le tocó, entonces, acompañar a un zorzal con berretín de cantor, que, previamente, le pidió ensayar el tango “Margarita Gautier”. Lo hicieron; y al llegar a la parte que dice “he traído el ramillete de camelias ya marchitas”, el cantor, en lugar de decir camelias dijo “cameyas”. Rivero le hizo notar el error, pero el hombre, ofendido en su hombría, se limitó a responder que solamente un cantor maricón diría camelias, en lugar de cameyas."
"Unos días después de sus actuaciones en el Teatro Ópera de Buenos Aires, Joan Manuel Serrat fue invitado al programa de televisión "Sábados circulares" conducido y presentado por Nicolás 'Pipo' Mancera. En el transcurso del programa, Serrat interpretó "A Buenos Aires", una milonga lunfarda del gran cantor de tangos Edmundo Rivero, poseedor de una voz con un registro de bajos que era una verdadera rareza en el género y, a la vez, algo poco apreciado por la pléyade tanguera, acostumbrada a los barítonos y tenorinos. Rivero fue el hombre que le enseñó a Serrat el lunfardo. En esa misma ocasión Serrat también interpretó en vivo por primera vez el tango de Enrique Santos Discépolo, "Cambalache", un tema que parece escrito por o para Serrat."
"En 1969 fundó el famoso boliche tanguero El Viejo Almacén, en una casona colonial ubicada en Balcarce e Independencia. El lugar se convirtió en una verdadera postal porteña, centro de reunión de figuras nacionales e internacionales: desde los reyes de España Juan Carlos y Sofía hasta Rafaela Carrá o Joan Manuel Serrat, todos los visitantes ilustres pasaban por El Viejo Almacén. Allí también era posible escuchar a Rivero acompañado por la Orquesta de Osvaldo Pugliese, en una noche cualquiera. Y allí también recalaba siempre el bandoneonista Ciriaco Ortiz, para quien la pinta de Rivero era una constante fuente de inspiración para sus bromas: solía decir que el dentista, en lugar de emplomarle las muelas a Rivero, se las asfaltaba. Que cuando iba a comprarse zapatos se probaba directamente las cajas. Que, de chico, jugaba a los trencitos con la estación de Retiro. Y siempre advertía: “Por favor... No te quedes cerca de Edmundo cuando esté por aplaudir...”
"La aparición de la figura de Rivero en el tango fue de gran influencia, porque no solamente abrió el camino a bajos y barítonos con tendencia a bajos, sino que también propició una identificación de la literatura tanguera con sus fuentes, alejándola de la influencia del bolero y acercándola al lunfardo. Su capacidad de alternar el tango más compadrito con la canción más delicada, al son de su fiel guitarra demuestra la versatilidad de este artista, un auténtico cantor de Buenos Aires."
"Tiempo después es convocado por Aníbal Troilo como suplente de Alberto Marino, en este caso si logró grabar y su primera grabación fue el tango “Yira, yira” en 1947.
Al separarse inicia su carrera solista, siendo una de las voces más importantes del tango, realiza giras por España, Estados Unidos y Japón y graba una gran cantidad de discos. En ellos se encuentran piezas como “Desde la cana”, “Amablemente”, “Línea 9”, “Para vos hermano tango”, “Quien sino tu”, “Pobre rico”, “Malón de ausencia”, “A Buenos Aires”, “La toalla mojada” y "Cafetín de Buenos Aires¨, ¨Confesión¨ y ¨Sur¨ y “El deschave”. Además de ser músico, escribió un libro autobiográfico, con la intención de defender la difusión del lunfardo, llamado “Una luz de almacén” y participó en distintas películas como “Fortín Alto”, “Pampa y cielo” y “El inglés de los güesos” con papeles no muy importantes. Fue miembro de La Academia del Lunfardo y falleció a los 74 años, el 18 de enero de 1986"
SIF



La encontró en el bulín y en otros brazos...
Sin embargo, canchero y sin cabrearse,
le dijo al gavilán: "Puede rajarse;
el hombre no es culpable en estos casos."

Y al encontarse solo con la mina,
pidió las zapatillas y ya listo,
le dijo cual si nada hubiera visto:
"Cebame un par de mates, Catalina.

"La mina, jaboneada, le hizo caso
y el varón, saboreándose un buen faso,
la siguió chamuyando de pavadas...

Y luego, besuqueándole la frente,
con gran tranquilidad, amablemente,
le fajó treinta y cuatro puñaladas.

Amablemente, Diez-Rivero

No, no es que aplaudo mucho don Edmundo...
Es que le hago honor a sus manos... Salúd!