sábado, junio 11, 2005

Tintas. Viento de montaña.

Bitácora del Navegante. Tintas.
"En el pozo del yo. humilde quiero,
buscar el agua, el agua escondida, el suelo
más hondo. En el pozo buscarme,
yo. ¡ vana ilusión, desconcierto puro!"
Buscaba yo, no nada, sino hallarte,
detrás de alguna voz,
y fue sobre el final que pude hablarte,
un antes del adiós.
Un hueco, un aguacero, una tormenta,
pesaban sobre mí,
y el alma ensimismada dióse cuenta,
del faro que hay en tí.
De luz, son tus palabras. De dulzura,
caricias de tu piel,
la brisa que enternece el agua dura
volviéndola de miel.
No busco más ya nada, sino hablarte,
volverte a navegar,
de proa hasta tu puerto y amarrarte,
mi voz, mi sol, mi mar.
Al destello de luz de la montaña.


SIF (StolenImageFrom:)
Apartado de ti surco los mares,
¡oh cándida mujer!
Triste víctima he sido en tus altares,
¿y mía no has de ser?
¡Qué terrible en sus tétricos horrores
se muestra el mar, mi bien!
Pues yo temo más que sus rigores,
tu enfado o tu desdén.
El bramido de recios vendavales
no me intimida a mí;
no temo todo el peso de los males;
tu olvido, hermosa, sí.
Tú sobre leves plumas reclinada
no sientes aflicción;
sostiene mi cabeza acalorada
la dura tablazón.
Si de volverte a ver tengo el consuelo,
te juro, por mi fe,
que tú serás mis glorias y mi cielo,
y al mar no volveré.
Si Dios me da que pueda coronarte
la sien de albo jazmín,
y un ósculo tomar al despertarte
del labio de carmín;
que en cambio de una lágrima muy pura
me des tus alegrías,
y cubras con un velo de ventura
mis noches y mis días,
jamás será que fíe en la bonanza
del mar y sus arenas,
ni cuelgue el sutil lienzo de esperanza
de débiles antenas.
El Navegante, Juan Arolas.