lunes, febrero 28, 2005

Abordaje. Nos queda el Amor, Amor...

Bitácora del Navegante. Abordaje.

"Mira que mi corazón / es una rosa de cien hojas
y cada hoja una pena / que vive apegada a otra."

Fojas Nuevas, XVII, Rosalía de Castro


Vuelven las olas caprichosas -o fieles a Poseidón- a acercar nuestras barcas.
Hay una pena que inunda las aguas, una pena que hunde naves, costas y ciudades, y el mundo entero.

Nos miramos, Soraya, yo, y desde su borda me lanza un mensaje.
Lo esperaba porque era para él, para el que hoy porta desconsuelos.
Y para intentar esfuerzos inútiles, transcribiendo las dulces palabras de Soraya, mientras en el fondo un puñal me amenaza el corazón si amago un gesto de flaqueza. Está bien...
Pero cuando los cielos se enfurezcan, no habrá forma de escapar de la hora del granizo.
"Hasta las tormentas más borrascosas pasan" , alegaba Sir William. Hasta los segundos más bonitos se nos esfuman señor. Seguro conoce la triste historia de Solón y su llanto inútil..
Déjeme llorar un poco -sólo un poquito más- para ver las estrellas luego con ojos renovados, limpios, bautizados.
Déjeme llorar en este rincón, donde ellos no me ven y no molesto; y prometo que en cuanto un rayo de luz, de Su luz, me ilumine el rostro, no habrá más lágrimas.
Y entonces los serán días enteros. Nuestros.

¿De dónde viniste?
¿A dónde fuiste?
¿Quién osó cortar las amarras que te ataban a mi puerto?

¿Acaso naufragaste en el mar de los recuerdos?
Porque en mi estás, sigues siendo,
tu corazón no es hetéreo,
me perteneces, te pertenezco...

Perdí la cuenta de las madrugadas en las que el amor
llevó mi semilla a tu vientre, en forma de flor,
flor de Mora, Mora linda, Mora hermosa, Mora deliciosa,
como tu dulce sabor...

Tus caricias las acerca cada día el viento, con las olas,
y con gratitud el detalle le devuelvo,
color azul, textura húmeda, en la costa se lo dejo...

Nuestra segunda flor, Teo,
almibar nacido de entrega, de besos,
le observas, ¿no es cierto?
es un caramelo...

Mi barco se ha hundido mi vida,
a flote resiste mi alma partida y nuestras flores siguen creciendo,
y sus pétalos son hermosos y sus raíces fuertes...
¿acaso no las sientes?
De tu vientre brotaron, tuyas son, para siempre...

Te echo de menos, te extraño tanto,
que no voy a dejar que el llanto me ahogue de nuevo
otra vez no, que regar nuestras flores debo,
y Dios sabe que faltar a eso ni puedo ni quiero.

Te amo, me brota así,
como si todos los días fueran primavera
y tus besos el verano en mi cuerpo,
a tu vera no había ni otoño ni invierno...

Y se que sigues a mi lado, te siento,
y se que no te vas a ir,
por favor,
no más lejos...

Tenerte como quiero no puedo,
pero en mis sueños nos vemos,nos amamos,
tú, yo, Mora y Teo,
porque nos queda el amor, Amor,
porque nos queda el recuerdo... Te quiero...


Nos queda el Amor, Amor....
Atravezando tormentas, estas fueron las palabras acercadas por mi colega Soraya, y dedicadas (me permito este agregado) al alma de un amor.
Como gaviotas, parten abrazos de alma para mi viejo lobo de mar, Sergio: para intentar cubrir un dolor con nuestra propia piel;

Y al cielo, a la estrella de Ale, que alumbra ahora de otro modo;
y al suelo -pequeños bribones!- a Teo y a Mora, futuros grumetes del alta mar.


Sin título, L. de la Fuente

"Devolvedle a la flor su perfume,
luego de marchita..."
Tiempos que fueron. Rosalía de Castro