Tintas. Esta triste historia.
Bitácora del Navegante. Tintas.
Esta tarde el sol, al despedirse
fijó sus ojos en mis ojos, sorpresivo,
y no pude devolverle, como siempre,
la mirada clara que tenía.
Giró la tierra y a su superficie
encadenados encontré mis pies;
por eso arrastro las pisadas,
y este amor, en desilusiones.
No pude hermano sol mirarte:
mi indignidad... que pronto ceda!,
pues no se si en tu eterno reinado
recordarás qué es y lo que fue.
Pero, aún se olvide la tierra de su centro,
de su corteza que es su piel, sus habitantes,
u olvidaras tú, en el fin, nuestras locuras,
que forman el teatro de la vida,
Aún así, hermano, aunque me olvides,
seré una nada que te haga frente:
y una vez vencido sin clemencia, condenado,
recién entonces se irá ella en mí, conmigo...
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