domingo, noviembre 28, 2004

Tintas. Ofrenda.

Bitácora del Navegante. Tintas.

Del Día Primero, he de ofrecerte,
un amanecer diáfano, de luz,
bordado con el trino de las aves
y envuelto del perfume de la hierba;
una cita con tu Dios, que te espera
que siempre espera, con tus hermanos;
un dulce chocolate y más dulzura,
que brota desde las manos artesanas
y cruza en la sonrisa de la hermana
que ofrece su vida, su trabajo y compañía;
un paseo por calles de mañana,
la vuelta a casa, un café,
con sabor a menta fresca;
un almuerzo... lo que mis manos digan,
en el escenario de la cocina, más,
una copa de vino generoso;
una caminata o una siesta,
bajo la sombra de los árboles;
una excursión al río,
llevando cerberos, nuestros canes,
que intuyen que la vida
se halla a gusto allí en el agua;
una mirada al horizonte, el fin,
donde imagino el origen de las olas,
donde mañana nacerá el sol;
una mariposa, un bouquet
con una rosa, coronada,
de flores lilas de lapacho;
un abrazo de alma, con mis brazos,
y besos de ternura o, de pasión,
y una mirada en donde veas,
en el fondo de estos ojos tristes,
tu reflejo, que es mi vida y tuya;
la presencia de la luna y las estrellas,
una brisa, viento, y tal vez lluvia;
un hogar con maderas crepitando;
un amor que se prende como el fuego,
pero en vez de consumirse, aumenta,
cálido, envolvente, hasta la muerte;
y un lecho, para tí preparado,
para desnudarte y abrigarte;
un encuentro en lo profundo,
y al final, del Primer Día,
el mañana... y un sueño juntos.