martes, noviembre 23, 2004

Tintas. Juntos en la playa.

Bitácora del Navegante. Tintas.


Cómo prestarte lo que ya no es mío, lo que me robaste sin ningún castigo?

Noche a noche, me alimento de un ovillo de cordel entrecortado: son las penas que durante el día cosí en versos, encarcelando el alma en un papel.
Escribo con la tinta de mi vida, que las letras guardan en relieve. Y al salir la luna, el mismo dolor reclama mi alma: se descose de palabras, se entrelaza y se hace ovillo, que vuelvo a tragar en nombre de un amor que sufro tanto, y que sólo así puede ser mío.
Verás entonces que, sólo quedan agujeros en el papel escrito; y un rastro de mi ser al otro día.
Morirán esos versos, para resucitar un poco de ánimo que ayude al despertar.
Y luego serán vestigios de mis lágrimas, esqueletos del horror desenfrenado.
Tu sabes... no me niegues que en la oscuridad que te amparaba, no visitaste mis calvarios, removiste los huesos secos, duros del dolor, roídos con locura y ansiedad.
Y al compartir aquellos parajes, no has notado un hilo de color invisible? Desgranando las líneas de los tristes versos, acaso no has tejido con grácil mano una doble manta? Tu astucia teje un mar de hebras; y no dudes, será lecho y manto, abrigo y sombra fresca de nuestro encuentro, en el que al fin sumaremos en uno, lo que fuese dividido en dos.
Paciente mujer, tierra fértil del navegante, descanso agradable, necesario...
Mis versos hiciste tuyos, y así también mi mano te sigue, te acompaña siempre: pasaremos la noche unidos en esta playa, a la luz de una discreta luna, y sobre las cenizas habrá lugar para una nueva lumbre.
Y no temas ya: el sol volverá a brillar... todo tiene su momento.
Por ahora, la oscuridad que nos envuelve nos descubre juntos, en un abrazo cerrado, que no dejará lugar a los ladridos de la soledad.
Bajo la manta que has tejido en esperanza, desde la calidez de este refugio, secarán las alas.
Y tendremos que enfrentar de cara al mar, la triste visión de antiguos naufragios...
Pero luego, sin soltarme de la mano, me invitarás, te invitaré, a mirar el horizonte... el cielo: a subir la mirada, y echarnos a volar.