jueves, septiembre 23, 2004

Que te diré?

Bitácora del Navegante. Descontexto.

Haya paz para el hombre que te busca,
como el campo la lluvia de setiembre.
Haya paz para el hombre que está solo,
con su destino a cuestas
Haya paz y haya amor.
Romped los diques de la fe y de los besos,
y ahogadme en sus dulces huracanes.
Yo te llamo mujer, y te llamo ternura y fortaleza;
y alegría y dolor a un mismo tiempo.
¡Oh, región fabulosa de tus brazos!
Aprenderemos a vivir de nuevo.
Dame tú luz, tu cumbre, tu destino.
Dame más, mucho más: tu propia vida,
pues sabes darlo todo a manos llenas.
Eres incalculable como un mundo.
Y tiernísima y frágil como un niño.
Me sorprendes, me empujas, me acorralas,
y entre los labios te me mueres dócil.
Eres tú y eres yo.
Todo es a un tiempo rabia de destrucción
y de ternura,de inexplicable y de gozoso hallazgo,
de generoso encono de caricia.
Nuestra vida se suma y se desborda.
Mi encarnizada soledad es tuya.
Tu terquedad dulcísima y el agua de tu mirada triste
son ya sangre en mi piel, ya son cascada.
Somos un viento que en la vida clama,
abriendo puertas, derribando muros,
levantando la niebla de los turbios callejones del hombre.
Aquí está nuestra lluvia de esperanza. Somos la vida.

Y a tí que te diré, río del alma? (Fragmento) José Albi


¿Me oyes, amor? Hay un fragor de trenes,
o quizá de batanes o de espigas
que te aleja de mí. No, no me digas
que te irás para siempre.Los andenes

se despoblaron. Yo, regreso. Penes
por donde penes, corazón, no sigas,
no te sigas marchando. Más fatigas
y más amor perdido si no vienes.

Ay, dolor, que yo sé lo que me pasa.
Que mi casa sin ti ya no es mi casa,
y el aire ni respira ni madura.

Que estás dentro de mí, pero no basta
aunque te lleve hasta los huesos, hasta
la misma pena que hasta ti me dura.

Soneto de la Ausencia, José Albi