domingo, agosto 01, 2004

Bitácora del Navegante. Domingo.

Para quienes no pudieron conseguirlo, y para quienes no quisieron hacerlo pero están dispuestos a oir. Con ellos comparto el resúmen de la Palabra Comentada Cada Dia, Editorial Claretiana, con el comentario de Fernando Torres, cmf.
En esta ocasión, me tocaron hondo las palabras del P. Gerardo, de la Abadía de Santa Escolástica, sobre el Evangelio de hoy. Prometí pasar a buscar sus apuntes en la semana, así también prometo (con su permiso) publicarlo.


Lectura del libro del Eclesiastés 1, 2; 2. 21-23
¡Vanidad, pura vanidad!, dice Cohélet. ¡Vanidad, pura vanidad! ¡Nada más que vanidad!
Porque un hombre que ha trabajado con sabiduría, con ciencia y eficacia, tiene que dejar su parte a otro que no hizo ningún esfuerzo. También esto es vanidad y una grave desgracia.
¿Qué le reporta al hombre todo su esfuerzo y todo lo que busca afanosamente bajo el sol?
Porque todos sus días son penosos, y su ocupación, un sufrimiento; ni siquiera de noche descansa su corazón.
También esto es vanidad.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas 3, 1-5. 9-11
Hermanos:
Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios.
Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra. Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios.
Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria.
Por lo tanto, hagan morir en sus miembros todo lo que es terrenal: la lujuria, la impureza, la pasión desordenada, los malos deseos y también la avaricia, que es una forma de idolatría. Tampoco se engañen los unos a los otros.
Porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras y se revistieron del hombre nuevo, aquel que avanza hacia el conocimiento perfecto, renovándose constantemente según la imagen de su Creador.
Por eso, ya no hay pagano ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero, esclavo ni hombre libre, sino sólo Cristo, que es todo y está en todos.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 13-21
Uno de la multitud le dijo: Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia.
Jesús le respondió: Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?
Después les dijo: Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas.
Les dijo entonces una parábola:
Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: "¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha." Después pensó: "Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida."
Pero Dios le dijo: "Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?"
Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios.


* Acotación personal: que paradoja... un hombre previsor, como la cigarra... que acumula según su lógica... y Dios lo llama precisamente "insensato" (o necio, según la traducción) Inteligencia y Sabiduría están hechas de material diferente. Me hace acordar a un pequeño cuento que dice así:

Mi abuelo acostumbraba decir: La vida es asombrosamente breve. En mi memoria se ha abreviado tanto que, por ejemplo, no puedo comprender cómo un joven es capaz de decidirse a montar a caballo para viajar al pueblo más cercano, sin miedo a que (y esto dejando aparte los accidentes que pueden producirse) el tiempo de su vida no le baste, ni de lejos, para dar cumplimiento a su viaje.
El Pueblo más Cercano, por Franz Kafka.

Según he prometido, agregaré si puedo los apuntes del sermón; pero adelanto aquello que más me impresionó: que ésta es la única parábola que no habla de acciones, sino de pensamientos.
He aquí el comentario de mi libro:

Hay cosas que son responsabilidad nuestra y no se las podemos pasar a Dios. Si tenemos un problema con nuestro hermano, con nuestra mujer o marido, o con los hijos, no hay razón para "espiritualizarlos". No es algo que Dios nos envíe para probarnos. Tampoco hay por qué acudir a Dios para que nos lo solucione. Dios nos ha hecho libres, responsables y hermanos. Qué más queremos? En nuestras manos está el enfrentar los problemas que encontremos. Y darles la solución más adecuada. No es Dios árbitro que dé soluciones, sino Padre cariñoso que nos acompaña a la hora de buscar soluciones y tomar decisiones.
Fernando Torres, cmf.