martes, julio 13, 2004

Bitácora del Navegante. Oratorio.

"Hubo un varón de vida venerable, bendito por gracia y por nombre Benito, dotado desde su más tierna infancia de una cordura de anciano..".

La fiesta de San Benito de Nursia se celebra actualmente el 11 de julio, aunque por muchos siglos se celebró el 21 de marzo. En el reordenamiento del calendario litúrgico que se hizo después del Concilio Vaticano II, la celebración se pasó al mes de julio, porque se trató de liberar el tiempo de Cuaresma de memorias de santos (sobre todo de los más importantes y reconocidos, como es el caso de San Benito y también de Santo Tomás de Aquino) para así acentuar el espíritu estrictamente penitencial preparatorio para la Pascua. En Cuaresma sólo quedaron muy pocas memorias de santos y la solemnidad de San José.
Haydée Copati, S. Vicecanciller, Arzobispado de Paraná, Entre Ríos

Conocí la comunidad monástica de Los Toldos tras las huellas de la pregunta del Evangelio de Juan, 1,38, “Donde moras?”.
Del 07 al 10 de julio del 2003, viví en el Monasterio momentos de asombro, de desesperación, de silencio, de búsqueda, y finalmente de encuentro. Ojo, no encontré al “tal” Jesús, no vivía ahí... pero como dijo el poeta, caminante no hay camino: me supe luchador, caminante. Y, en un silencio demasiado gritón, me descubrí acompañado por un puñado de compañeros y compañeras, de corazón puro, que buscan a Dios en cada segundo de sus vidas.
Del 08 al 13 de julio del 2004 volví a Los Toldos. Celebré mi aniversario. Festejé el recuerdo del Santo Patrono el 11. Y el 12, recordé a mi viejo, a tres meses de su partida.

"La fe se transmite a través del testimonio y el ejemplo. Si revisamos nuestra historia seguramente podremos recordar varias personas que, mediante su testimonio de vida, nos acercaron al misterio del Dios de la Vida. Muchas veces no han sido grandes intelectuales los que nos han enseñado el rostro de Dios sino personas sencillas, muchas de ellas en el hogar, el colegio, el barrio, la misión... A la hora de transmitir la fe y contagiar a los demás la alegría del evangelio la herramienta más eficaz es el propio ejemplo."
Marcelo A. Murúa, www.buenasnuevas.com.

«Hermanos, si uno dice que tiene fe, pero no viene con obras, ¿de qué le sirve? ¿Acaso lo salvará esa fe? Si un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse ni qué comer, y ustedes les dicen: "Que les vaya bien, caliéntense y aliméntense", sin darles lo necesario para el cuerpo, ¿de qué les sirve eso? Lo mismo ocurre con la fe: si no produce obras, muere solita. Y sería fácil decirle a uno: "Tú tienes tu fe sin obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré mi fe a través de las obras". Sant. 2, 14-18

Gracias por la fe, por las obras, por la hospitalidad, y por esa forma tan silenciosa de vivir gritando el amor.

La vida monástica benedictina llegó a Los Toldos de la mano de los monjes que vinieron desde Suiza para implantarla en esta región. Ellos fueron para nosotros el nexo de unión, por decirlo de alguna forma, entre san Benito y esta realidad actual que es el Monasterio de Los Toldos.
Los Monjes benedictinos tienen como "padre y guía" a san Benito, y siguen, como , "maestra", la regla para monjes que él escribió.
San Benito nació en la ciudad italiana de Nursia hacia el año 480; contaría unos veinte años cuando decidió retirarse para llevar una vida de penitencia y oración, eligiendo para ello Subiaco, a unos 80 Km. De Roma. Al cabo de algún tiempo tuvo que acceder a los ruegos de algunos pastores y labriegos de las inmediaciones, quienes, atraídos por la santidad de su vida, le suplicaron que fuese su guía espiritual. Su fama se fue propagando y llegó a ser tal la concurrencia de los que iban a seguir su ejemplo que se levantaron hasta doce monasterios en aquellos lugares. Finalmente san Benito dejó los monasterios de Subiaco al cuidado de sus abades respectivos y, en compañía de algunos monjes, se fue a un lugar llamado Casino, a mitad de camino entre Roma y Nápoles. Allí, en la cima de una colina, construyó un nuevo monasterio, que andando el tiempo se haría famoso bajo el nombre de "Abadía de Montesassino". Esta fundación se realizó en torno al año 529, y algún tiempo después, san Benito redactó la Santa Regla por la que habrían de regirse sus monasterios. La enseñanza central, por así decirlo que recorre esta obra es la moderación: una vida simple, una jornada que transcurre entre la celebración de la liturgia de las horas (que ocupan unas cuatro horas), el trabajo manual (al que se le dedicaban de seis a ocho horas). Pero el punto central y distintivo de la Regla de san Benito se trata de un texto dirigido a los monjes que viven en comunidad, en un monasterio, obedeciendo a su abad (el superior) y a la Regla.
www.monasterio.org.ar