martes, agosto 15, 2006

Diario de a bordo

Bitacora del Navegante. Diario de a bordo.

Tantos años... Cuando le comenté a Sergio que me había anotado en el curso de Timonel, me preguntó por qué lo había dejado de lado... y cuándo te dije yo de hacer este curso? No se... hace como 10 años :) Así que, despues de mucho tiempo estoy finalmente "a bordo".
El curso de Timonel de Vela y Motor es un anhelo antiguo, que se renueva anualmente. Por la clásica excusa del tiempo suelo dejarlo de lado. Este año se conjugaron un par de circunstancias para la concreción, más allá de las perennes intenciones.
1º El hecho de salir a pescar en los primeros días de julio con Miguel, Teté y Marcelo. El cielo estaba cubierto, el río agitado. Cruzamos el Canal Mitre y en un banco de arena nos dedicamos a sacar pejerreyes (48 la cuenta final). Hicimos noche en la amarra del club, para salir al otro día a mojar carnada, porque el pique estuvo casi ausente. En fin, a bordo renové mi admiración por el río, ese que tanto enseña, que tanto me atrae y tanto respeto. Es una relación de confianza, donde yo me hago el aventurero pero en el fondo se que el río es más, y creo que él me deja hacer, porque sabe que yo sé :)
2º Cuando salimos del club, vi el clásico y repetido aviso del curso. Anoté por enésima vez los teléfonos, y mandé un mail.
3º Estando en el consultorio de mi dentista, entra una colega y le dice a Verónica, mi doc., que estuvo averiguando ese tema... blah blah. Yo estaba con la boca "ocupada" pero oía que hablaban de un curso de náutica... les hice señas y cuando terminó todo, les conté del curso del club, les averigué unos datos y por un tema de horarios y distancias, mi Doc. no pudo anotarse.
Pero yo sí...
Los miercoles son las clases teóricas en la escuela del Club de Pesca y Náutica Las Barrancas (el mismo donde esta amarrado el "Duncan" de Miguel, y duerme el mítico "El Boyero").
La teoría se da a un par de cuadras de la marina, y ambas quedan a cuatro convenientes cuadras de mi casa (en San Isidro).
El domingo anterior formamos "nuestra" tripulación, un grupo de cuatro que junto con el profesor Fernando Fabersane, saldremos a navegar cada domingo de 9 a 12 las interminables aguas del Río de la Plata. Ese día aprendimos a poner el el barco en "son de mar", alistando las jarcias, eligiendo las velas etc.
Este domingo 13 fue nuestro "bautismo" en sentido material.
Salí de guardia a eso de las 8 menos 20, y llegué a casa a cambiarme 8:45. En ayunas disparé para el club y no pude evitar que la Negra me siguiera, no tenía tiempo!. La cosa es que subimos al bote, lo alistamos como habíamos aprendido y soltamos amarras a eso de las 9 y 20, con la Negra mirándome desde el muelle flotante.
Al encarar la salida de la bahía del club a impulso de motor, notamos que la driza de la vela genovesa o Genoa como le dicen (una Nro. 2), estaba enganchada así que dimos una vuelta completa para liberarla y poder izar la vela.
A río abierto, las condiciones -subjetivamente hablando- estaban excelentes: viento fuerte y sostenido del sudeste, cielo con algunas nubes pero con el "astro rey" (como lo llama Miguel) gobernando, y una marejadilla de olas picantes...
Fernando tiene un Alpha 25 de nombre "Racha" como el de la foto
(bien podría ser una instantánea de nuestra salida del domingo 13)

Tomamos rumbo este, sin respetar el canal de salida del club, porque el agua era abundante para navegar. Ajustamos la genoa con la escota, y el barco tomo un impulso de 6 o 7 nudos, que los despachaba saltando sobre las olas insistentes y provocando unas cuantas salpicaduras. El primer turno al timón que se ofreció lo tomé yo. En realidad se trataba de mantener la dirección perpendicular a la costa y hacia las boyas del canal costanero, y del canal mitre después. Como "mis" tripulantes tapaban el frente de vista (y por cierto, tampoco llevaba anteojos) se me hacía difícil ver las referencias (la boya, el "marciano", etc) así que calculaba el rumbo según el sol (teniéndolo apenas a la derecha del mástil) y unas indicaciones que me daba uno de mis compañeros, que hacía de "navegante".
Al llegar al punto señalado con buen viento y sin percances giramos a estribor en 180 grados para volver, ajustamos la vela al cambio de frente y pasé el timón a otro de los muchachos, que nos guió de vuelta al club.
La salida fue corta porque eramos principiantes: había mucho viento y las olas eran importantes (nos mojamos bastante mal) y debía de haber algún pronóstico reservado del clima, porque eramos nosotros la única vela en toda el área. Incluso cuando a la tarde fui a pasear a los perros, no ví en el horizonte más que una sola embarcación, detenida y sin velámen desplegado.
Amarramos a eso de las 10:30 y ahí estaba la Negra esperándome... :) Desembarcamos y fuimos a tomar algo caliente a la cafetería, mientras intercambiábamos experiencias.
Después, caminata a casa -con infaltable custodia canina- y la comida de la vieja.
En fin... tanta felicidad sólo por mi "bautismo"en un velero, en un balandro que se desplaza por la unión de las fuerzas del agua, el aire y el hombre: el principio de una historia tantas veces disfrutada en sueños.
Y estar cerca del río, parece volverse cada vez más necesario para mi...
Salúd navegantes y buenos vientos!