Bitacora del Navegante. Santoral.
"...el entendimiento presta su asentimiento no porque esté movido suficientemente por el propio objeto, sino que, tras una elección, se inclina voluntariamente por una de las partes con preferencia sobre la otra. Si presta ese asentimiento con duda y miedo de la otra parte, da lugar a la opinión; da, en cambio, lugar a la fe si lo presta con certeza y sin temor . Mas dado que se considera que hay visión cuando las cosas estimulan por sí mismas nuestro entendimiento o nuestros sentidos a su conocimiento, es evidente que no se da fe ni opinión sobre cosas vistas, sea por el entendimiento, sea por el sentido."
Así lo pinta Caravaggio. Pero Tomás no llegó a tocar la herida.
"...
Tomás era uno de los Doce. Como ellos fue testigo de cuanto Jesús hizo y dijo. Lo había seguido a todas partes, hasta Jerusalén. Cenó con Jesús antes de la pasión y, posiblemente, lo vio morir colgado de la cruz.
Tomás quería a Jesús. En una ocasión resolvió con intrepidez y entusiasmo: vayamos y muramos con Él. Pero la realidad de la muerte de Jesús acabó con su entusiasmo. Y, aunque estaba escrito, y por más que lo había advertido Jesús con antelación, ni Tomás, ni los demás, habían entendido nada.
Tomás no esperaba que Jesús resucitase. ¿Resucitar? Así que cuando aquel domingo por la tarde, se incorporó al grupo y éstos le contaron alborozados la gran noticia de que habían visto a Jesús, resucitado, Tomás creyó que alucinaban. ¿Queréis que me crea que lo habéis visto.. ? Mientras no meta mis dedos en sus llagas, ¡ni hablar!
...
Jesús disipó los temores de Tomás, apareciéndosele, haciéndose presente e invitándole a meter la mano en la llaga del costado. Y en presencia de Jesús, los temores desaparecieron. No fue necesario cumplir sus exigencias. Tampoco hizo falta, pues su corazón le convenció: Señor mío y Dios mío. Juan, el autor de este hermoso fragmento del evangelio, lo ha escrito por nosotros, para nosotros, nos ha conservado estas hermosas palabras de Jesús: dichosos los que crean sin haber visto. Porque lo definitivo, tanto en el caso de Tomás como en el nuestro, no es ver, sino amar. Sólo el amor puede hacer que veamos y creamos.
...
La fe no es un puro saber, sino un saber experiencial. Lo sucedido entre Jesús y Tomás, la aparición, se parece a lo que ocurre entre amigos. No podemos ver al amigo, como amigo, mientras no creamos que es amigo, o sea, mientras no lo queramos como amigo. Es el amor, la amistad, lo que nos hace descubrir al amigo. Por eso la fe no es una respuesta calculada y calculadora, sino una apuesta. No hay ninguna seguridad para creer o antes de creer, como no la hay en las apuestas. Lo que sí hay es certeza en la fe.
El creyente no vive atormentado por la duda, sino que se va cerciorando y descubriendo el sentido de su opción, conforme va creyendo y viviendo la fe en la praxis. Y la praxis de la fe en Jesús resucitado es emprender su camino y seguirle hasta la muerte. Entonces se comprende que el que da la vida, la gana resucitando con él."
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