Anotaciones en viaje. Mundial.
No por cábala pero si para satisfacer innumerables pedidos (uno) me veo en la necesidad de ejercer mi derecho a comentar el partido del pasado sábado 24. El mismo sera incompleto e inusual porque me perdí los dos goles iniciales (los sentí, si, en la calle) y además escribo esta crónica 48 hs. después.
La reseña deberá decir, que el partido se desarrolló en una tensa calma. Hecha si, la frase, como también la táctica posicional desplegada (Argentina atacando, México defendiendo y jugando un buen contra-ataque).
De todos, el partido más enervante. Por el resultado exigido, por la duración, por el planteo, por la "lotería" que supone el desgaste físico.
Antes de ir al tiempo suplementario, calculé que esta instancia le convenía a la Argentina, por posesión de pelota y oportunidades de gol. El técnico claramente buscaba seguir plantado: el resultado no aparecía pero la cancha estaba inclinada a su favor. Obsérvese que, si Argentina perdía en esa situación, era propio del trámite del partido (ida, ida y vuelta, zas!). Pero si el técnico apuraba los cambios, y el resultado era desfavorable, se le iba a imputar personalmente el motivo de la derrota. Esto hizo que se atrasaran los cambios, y por tanto, el refresco de jugadores que, en vez de reanimar, absorbieron ellos el cansancio general. En fin...
El gol... el gol fue de oro... orgásmico (se puede?) Un lujo que liberó tensiones. Y vale 1/4 de copa.
Escribir esto dos días despues me permite comparar este partido con el encuentro Portugal-Holanda. Tranquilamente podríamos haber estado en la camiseta holandesa. Evitó el mal trago, la corrección de los mexicanos y el oficio de Argentina. Porque, ante la marca cerrada no se pudo usar la calidad (las individualidades) y el choque de fuerzas parecía parejo. En estos momentos, el "oficio" se vuelve desequilibrante. Es cómo elegir un auto de marca, por ejemplo. Uno puede apostar por la competencia jóven y en ascenso. Pero la marca que está detrás ejerce un poder invisible más... efectivo. La solidez de la valla, una media defensa inspirada y un mediocampo que cumple en la presión, bastan para ganar un partido. Vale, siempre que ese equipo se llame, por ejemplo, Argentina.
Rebelde y Angelical. Gracias Rudy,
esto si que es Argentina. Ahora, con Alemania.
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