Descontexto. Anselm Grün.
Pag. 46.
"Mi consejo es: Establece para ti un orden del día claro y a la vez inteligente. Tiene poco sentido proponerte excesivas cosas por el afán inicial, por ejemplo levantarte muy temprano a pesar de que sientes resistencia interior frente a ello. Cuando suena el despertador, levántate inmediatamente. Tómate tiempo suficiente entre el momento de levantarse y la salida al trabajo. Disfruta el tiempo en el que te higienizas, te vistes y desayunas. Es un tiempo libre que el día te regala, un espacio para tomar aire. Cuando viajas al trabajo, piensa brevemente qué deseas abordar hoy, o qué tareas te esperan. Prepárate interiormente para ello y pide a Dios su bendición.”
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“La psicología conductista afirma que llevar a cabo o no un propósito no es cuestión de fuerza de voluntad sino de inteligencia. Si diariamente me propongo un tiempo de silencio pero cada vez lo omito, tiene poco sentido reprocharme que otra vez fui demasiado débil para respetar el tiempo. Debería preguntarme, en cambio, por qué es así. Evidentemente, no fui lo bastante inteligente. No presté atención a mi pereza. Es más inteligente proponerse menos y cumplirlo, que correr siempre con remordimientos detrás de los propósitos no cumplidos.”
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“Cuando manejo mi tiempo de manera caótica, generalmente tiene relación con motivos más profundos. Por esta razón, es conveniente observar como manejo el tiempo investigando la conciencia.”…”Un defecto de nuestro tiempo es querer realizar todo al mismo tiempo. Mientras hablamos por teléfono, despachamos las actas que tenemos frente a nosotros. O planchamos las camisas y miramos al mismo tiempo la televisión.”
Pag. 124.
“Ya no se aplica el una cosa después de la otra sino todo simultáneamente; ya no la palabra de la Biblia todo tiene su tiempo sino todo en todo momento.”… “El simultáneo está presente y ausente al mismo tiempo. En última instancia, vive sin tiempo. Pero los investigadores dicen que nuestro cerebro sólo puede ocuparse de un tema a la vez. La simultaneidad no conduce a pensar con mayor rapidez, sino a un mayor ajetreo. Geibler, Simultant”… “Quien desea realizar todo simultáneamente, no trabaja con efectividad. Se dispersa y debilita su capacidad de concentración.”
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“A veces me veo obligado a realizar algunas cosas al mismo tiempo. Así, por ejemplo, mientras respondo los emails, suena el teléfono o un colaborador golpea a la puerta y quisiera analizar algo conmigo. La flexibilidad forma parte del trabajo de oficina. Pero a veces siento que me destroza si al escribir un email me interrumpen diez veces. No obstante, si puedo reconciliarme con el hecho de tener que reaccionar frente a muchas cosas que me suceden, entonces puedo llevar a cabo esta simultaneidad con calma. Ya no me destruye. Es mi manera de trabajar. Pero debo poder discernir cuáles son los trabajos que puedo resolver simultáneamente y cuáles requieren una concentración absoluta”.
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“Un peligro de la televisión es que uno no puede dejarla. Con los muchos canales que transmiten, uno no sabe qué elegir. Uno cree que debería mirar en algún momento en todos lados. Y entonces se queda mucho tiempo sentado frente al televisor. También es más fácil dejar que las palabras lluevan sobre uno antes que realizar algo por sí mismo. Pero en numerosas conversaciones escucho una y otra vez que las personas están disconformes porque han pasado su tiempo frente al televisor sin haberlo querido en realidad. No se sienten informadas, sino sobrecargadas de informaciones e imágenes”…“Yo disfruto la noche en la que encuentro tiempo para leer o para escribir. Entonces tengo la impresión de que el tiempo me pertenece. No soy un oyente siervo del televisor sino que escucho lo que me dice mi propia voz.”
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“Si comparamos nuestro tiempo limitado con el tiempo infinito del cosmos, todo lo que hacemos aquí se relativiza. Y si pensamos luego en la eternidad que no tiene fin: Qué valor obtiene nuestro tiempo de vida con relación a la eternidad? Eternidad no significa duración infinita de tiempo. En la eternidad ya no existe el tiempo. Nuestra vida en Dios es atemporal. Es puro presente. Pero este mundo también continuará después de nuestra muerte. Cómo veo mi tiempo limitado, si imagino que será en 50, 100 o 500 años? Que queda de mí y del tiempo en el que grabé mi huella de vida?”
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“He dictado cursos para padres que han perdido a sus hijos. Perder un hijo es, por cierto, lo más doloroso que un ser humano puede vivir. Reiteradamente escucho la queja: Por qué lo permitió Dios? Porqué mi hija, que era en sí misma la vida floreciente y que tenía tantas aptitudes y posibilidades, no pudo realizar los dones que Dios le obsequió? Por qué debió morir tan joven? No puedo dar respuesta a estas preguntas. Sólo puedo soportarlas. No puedo responder la pregunta del por qué. No me corresponde. Es cuestión de Dios incomprensible. La muerte de gente joven me obliga a reflexionar sobre el misterio de la vida y del tiempo. El tiempo que vivió aquí en la Tierra, sólo es valioso si dura mucho? El tiempo sólo está cumplido cuando he desarrollado y aplicado todas las capacidades para bien de los hombres? Siento que la confrontación con una muerte tan temprana relativiza todos mis parámetros. Pero lo que siento en tal experiencia es que no depende de cuánto tiempo vivo. No es determinante cuánto haga por los hombres. Sólo se trata de marcar mi huella de vida más innata en el tiempo que me queda, permitir que se haga visible la imagen única que Dios se ha hecho de mí. No se trata de la cantidad de tiempo sino de su calidad.”
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