Pensares. Venerabili dei Solis
De alguna manera, también la noche es la sombra del mundo.
Ayer vi la oscuridad trepar sobre el horizonte, encaramarse a las aguas turbias, amenazarme como una mano que aplasta. Buscaba extenderse hacia el oeste, donde dormía la luz.
La noche es parte sustancial de la vida: nos descubre el fuego, alienta el temor a lo desconocido, reúne las almas, descansa los cuerpos.
Y forja esperanzas; sobre la cuestionable seguridad de un mañana inexorable, la noche azuza con la duda de que las tinieblas nunca cedan. No es ilógico pensar el infierno como una noche interminable, donde el fuego reine y el temor someta las almas de unos cuerpos para siempre quietos.
Como una trivialidad, renace el tiempo de las sombras pequeñas..
Viene el sol desde su ocaso, hacia nuestras oscuridades.
Como un operario, disipa las nieblas, encanta bosques, dora las olas. Los pájaros aceptan la rutina y se visten de amarillo y calor.
Las nieblas se disipan.
Los ojos vuelven a ver.
Y todos olvidamos el verdadero infierno,
porque nuestro propio Apocalipsis,
no deja tiempo para más.
solsol
solsolsolsolsol
solsolsolsolsolsol
solsolsolsolsolsol
solsolsolsolsol
solsol
No sé si un sol desmedido y burlón
me atravesará de punta a punta
cuando salten de mi pecho todos los gritos guardados,
cuando se rompan las oscuridades
de mi perfecta catedral secreta
con el sostenido sonido del órgano medieval
ululando su voz de parto,
su alarido de queja y de tristeza.
Estoy como nací -desnuda-
mojada de lágrimas con el pelo chorreándome nostalgia
y un cansancio vetusto acomodado en mis huesos
y mientras me dejo ir en el humo,
viene su mano y me sostiene
y me levanta y me hace tronar de júbilo,
me zarandea las ganas de vivir,
me dice verde con ojos de monte
azul con el pelo espumoso de mar
estrella con las uñas brillantes
viento y sopla mi angustia y la desperdiga
y me hace nadar en el aire,
retozar en los arroyos,
romper los relojes del tiempo,
borrar la huella de mis pequeños pecados
vueltos trascendentes por los oscuros designios
de su otro yo iracundo hermano de este duende iluminado
que me persigue en el sueño
en el que corro huyendo, siguiéndole yo a mi vez
juego de gato y ratón hasta que viene la lluvia
y la risa y volvemos a ser amantes helechos hojas atrapadas
en las correntadas de mayo y todo vuelve a empezar
cuando cruzamos lavados y nuevos
el umbral del Paraíso.
Conjuros de la Memoria, Gioconda Belli
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