Oratorio. Vengan y Vean.
Leyendo la carta de Santiago, descubrí una pista, para pedir ayuda:
"5 Si alguno de ustedes ve que le falta sabiduría, que se la pida a Dios, pues da con agrado a todos sin hacerse rogar. El se la dará "
Pero enseguida mi angustia se hizo mayor, porque el contundente Santiago advierte:
"6 Pero hay que pedir con fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas del mar que están a merced del viento. 7 Esa gente no puede esperar nada del Señor, 8 son personas divididas y toda su existencia será inestable."
Bueno, ahí estaba el dilema... como pedir fe, si hay que pedirla con fe? Lo que parecía una paradoja, se resolvió al mejor estilo Alejandrino: cortando el nudo de las complicaciones, pidiendo fe a pesar de mis propios pronósticos pesimistas, básicamente racionales.
Bueno, la historia dice que la fe vino después -lo que agradezco muchísimo- y con ella el anhelo claro de Dios.
Donde vives? Jn 1,38
Después... qué importa del después? :) -Muchos ya saben que viene luego...-
Lo cierto es que no, no estoy cruzando ninguna meta astral; pero entreveo el Camino... y voy mas o menos pisando en una misma dirección.
Porque, a la pregunta que le hacen, desorientados, quienes serán sus discípulos, (Maestro, ¿dónde vives? que es mas o menos como pedir que muestre un poco más de El, a ver si era auténtico o era un farsante), Jesús no hace política; no se embrolla ni habla difícil, no hace proselitismo ni reparte folletos, no necesita propaganda; a quien busca la verdad, le ofrece su vida de verdad, su compañía: y los invita a caminar, juntos.
“¿QUÉ QUIEREN?”
"Esta pregunta nos la viene repitiendo el Señor desde el tiempo y la distancia. Si la sabemos responder, habremos aprobado y encontrado el sentido de nuestra existencia. Solo nos faltará entonces, ajustar a esta respuesta los parámetros de nuestra vida.
¿Qué buscamos todos en última instancia, en nuestro itinerario de fe? ¿Cuál es la finalidad y la meta de nuestra historia espiritual? La respuesta tendría que ser cantada: “¡Muéstranos tu rostro Señor!”. La comunión con Cristo y con Cristo en Dios. El estar, el poder quedarnos y permanecer con él.
Por eso, le respondemos con otra pregunta: “¿Maestro, dónde vives?”. Ya que se nos ha planteado la necesidad de emprender un camino de seguimiento y de compromiso con un Señor, que tomando la iniciativa, se ha dado vuelta, nos ha mirado y preguntado una vez más: “¿Qué quieren?”.
El cristianismo no se restringe a una conducta ética o al mero cumplimiento de normas religiosas. Es mucho más. Se trata de una experiencia de fe, afirmada en la constatación de la gratuidad del amor de un Dios rico en misericordia. Y sin esto, todo el resto se derrumba estrepitosamente. El hombre busca un encuentro profundo con un Dios que es amor; lo demás vendrá por añadidura.Pero esta experiencia marcante, no puede quedar limitada a algo puramente individual o subjetivo. Ella nos impulsa obligadamente a compartirla con nuestros hermanos. El amor tiende a irradiarse y a participarse..."
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