lunes, abril 16, 2007

Tintas. Diario.

Bitacora del Navegante. Tintas.


Sábado, 16 de marzo.
Hoy a la tarde me cayó sobre la cabeza una gota de lluvia. Lo extraño es que esto mismo, pasó en el living de mi departamento. Me di cuenta de lo raro de la situación, cuando me descubrí mirando el cielorraso para ver si llovía. Por supuesto, el techo estaba seco. No se por qué supe que era agua de lluvia.
Lunes, 19 de marzo.
Vuelvo de trabajar. Mientras me cambiaba de ropa sentí un ruido dentro del dormitorio. Era como el eco de una piedra cayendo hacia el interior de una gruta, o una cueva. Enseguida miré hacia el lugar donde debía provenir el ruido (un rincón de la habitación, la del placard) y deduje que el hecho era imposible.
A raiz de este suceso, decido guardar esta constancia escrita.
Jueves 22 de marzo.
Al llegar a casa, encontré abiertas todas las puertas del armario de mi cuarto. A esta altura no me inquieta: es un olvido de mi parte, o el menor de los misterios que suceden.
Sergio me contó un curioso episodio. En una escalera mecánica, Mora le preguntó en qué escalón estaba parada ella. Se fijó el número impreso en el costado y le dijo:”23”. Entonces le volvió a preguntar, esta vez, en qué escalón estaba parado papá. Un peldaño antes: calculó que sería el 22 o el 24 y por eso se inclinó para confirmarlo. Pero, increíblemente, estaba parado en el escalón 23: si, estaba un peldaño antes, pero también ése era el 23.
Domingo 25 de marzo.
Hay sangre en las sábanas de la cama. Tres gotas, de color oscuro, se fugan de menor a mayor hacia el borde de la derecha. Pero en el piso no hay nada. La noche anterior estuvo Ale y quizás le haya sangrado la nariz como siempre. El tamaño de las gotas, y su color chocolate, me impresionan.
Miércoles, 28 de marzo.
Como describir esto? … El dolor en la espalda que cargo desde hace dos meses (que al principio pensé pasaría pronto, pero se extendió luego al brazo derecho) tiene una causa insólita. Yo pensaba que eran las tensiones, o acaso el hábito de escribir. Pero la placa reveló una cuchara de plata alojada en el omóplato derecho. Nadie entiende que sucede. Los médicos (para qué los consulté?) quieren investigar, pero yo insisto en que no es más que la consecuencia de tanto escribir: prefiero seguir con la molestia en el hombro y confiar en mi recuperación.