miércoles, marzo 08, 2006

Honores. Mujer.

Bitácora del Navegante. Honores.

"... La razón es muy simple:
el hombre puede vivir exclusivamente para sí mismo.
La mujer, no.
Si una mujer vive para sí misma,
yo creo que no es una mujer
o no puede decirse que viva..."
(Evita, La Razón de mi vida)

Salvando el dolor de las vidas perdidas aquel 8 de marzo, podría hoy también recordarse el día de la entrega, el de la lucha social, de la unidad, etc.
Existe quizás por ello una tendencia a celebrar en estas fechas un "Día de la Familia", sin olvidar que las madres o las mujeres por distintas y tristes razones, pueden estar ausentes en la vida familiar o social de la época.
Pero personalmente otorgo a este día una recordación de la alteridad: no existiría una mujer sin un hombre, ni una cara sin la otra con la que se conforman una misma moneda.
Enseguida parece venirme un sustito porque, aparece la palabra "diferencia"... pero serenamente ubico que la diferencia está en el género y no en la especie, por lo cual los derechos humanos conciernen a todos, sin distinción alguna.
Obviamente, del hecho natural de la diferencia, considero conclusiones, desprendo distinciones, descubro roles esenciales y primarios.
Celebrar el día de la mujer es entonces, para mí, una alabanza al misterio de la Creación, un agradecimiento a la compañía, y un festejo de nuestro y de tu ser.
Porque en definitiva,
no sería yo hombre,
si no fueras vos una mujer.
Por tu sonrisa, que nació como el sol,
para ser tibiamente disfrutada.
Por tu mirada, que me hace uno igual
y uno distinto.
Por nosotros,
cuando nos encontramos.
Y por vos,
la parte de nuestro todo humano
que está afuera de mí.
Salud.
Y no, Eva, tampoco el hombre puede vivir para sí mismo...
"Desde hace dos décadas da vueltas en la conciencia de muchos europeos la pregunta por la identidad del hombre. El movimiento feminista ha fortificado la autoconciencia de muchas mujeres. Pero esto ha suscitado la perplejidad e inseguridad en los hombres. Son simplemente los Patriarcas, a quienes todo se les permite con la edad? Son los "machos", tal como a las mujeres les gusta caricaturizarlos? Pasan por ser unos "blandengues", a quienes no les pueden tomar en serio ni los hombres ni las mujeres?" ... "Se trata para mi de unir dos elementos: la lucha y el amor. Quien solamente lucha, corre el peligro de volverse duro e insensible. Quien solamente ama, propende a potenciar sólo su parte afectiva de ternura. Las dos virtualidades pertenecen a la masculinidad. Como luchador, el hombre es capaz de amar. Su amor necesita de la cualidad del conquistador y protector. Y su lucha necesita el amor, para que no se convierta en un combate rabiosamente ciego"
Introducción de Anselm Grun a su libro "Luchar y Amar".
"El Dr. Juan B. Justo y la Dra. Alicia Moreau se unieron de hecho en 1922. De su unión civil nacieron tres hijos, y en Alicia un profundo amor, unido a la admiración a un hombre sensible y comprometido completamente con el pueblo trabajador, que brindó hasta su muerte en 1928, todo su tiempo, su energía, su pasión y su inteligencia a los que más lo necesitaban. Su temprana desaparición física produjo en la Dra. Moreau la necesidad de seguir su ejemplo.De allí en más dedicó su vida al Partido, a la crianza de sus hijos, y al servicio al pueblo."
"el hombre fue hecho ‘imagen y semejanza de Dios’ no sólo en su propia humanidad, sino también mediante la comunión de personas que el hombre y la mujer formaron desde el principio"
(J.P.II, Audiencia General 11/14/79).
"Es justamente a la luz de lo que aparece como el extravío cultural de nuestra época que las palabras de Juan Pablo II se vuelven particularmente orientadoras. Se trata de una original interpretación de las palabras de Ef. 5, 22-25. Un texto que hable del sometimiento de las mujeres a los maridos y del cuidado de éstos hacia ellas como cuidado del propio cuerpo parece en directa contradicción con la conquista del pleno reconocimiento de la mujer al lado del varón.
Pero Juan Pablo II revela un sentido nuevo a esas antiguas palabras que permite corregir la tendencia que mueve a las mujeres a someterse a parámetros masculinos de conducta, casi impulsadas por una envidia hacia el varón. Las palabras “las esposas se sometan a los maridos”, se transforman en un camino de recuperación de la propia identidad y de la capacidad de amar y recibir amor.
La mujer virilizada de la cultura contemporánea parece incapaz de experimentar el amor del marido, por eso debe aprenderlo de nuevo. Anhela la autonomía respecto del varón: si él la quiere dominar, ella simplemente prescindirá del amor del varón. Cada uno a su manera le da la espalda a la tarea de reconstituir la unidad del “principio”.
El esposo, que se ocupa de cuidar a la esposa como cuida a su cuerpo, no domina ni posee con desprecio, sino que recuerda los cuidados de Cristo hacia la Iglesia, a la que El deja la Eucaristía como alimento de la vida. El esposo debe ocuparse de la vida de la esposa, así como ella debe recibir su amor, permitirle que la ame.
El amor entre el varón y la mujer necesita rectificarse después de la caída.
Ahora, nuestra tarea es comprender la grandeza del don de sí, como cumplimiento de lo humano. Parece ser tarea de la mujer permitirle al varón cumplir su parte recibiéndola a ella y cuidándola como Cristo a la iglesia.
Cuando la mujer desprecia su esencia femenina, que es siempre potencialmente esposa y madre, pero también hermana, como se repite una y otra vez en el Cantar de los Cantares: “Hermana, esposa mía”, la humanidad queda confundida. Debe ser la ayuda semejante, la hermana que garantiza que la relación del varón es con alguien que es hija de la misma madre, y por eso es esposa y no esclava."

María Paola Scarinci de Delbosco.
Fragmento de su nota en “Bienaventurados” revista publicada por la Catedral de San Isidro, edición del mes de marzo, bajo el título “La mujer: ayuda semejante”.