viernes, junio 03, 2005

Tintas. Dondequiera que estés

Bitácora del Navegante. Tintas.
La lluvia se desplomó
besando las palmas de la tierra:
Ella entregó todos sus alimentos,
y juntos se vistieron de verde.
La hierba suspiró llenando de aire el cielo,
quien recibía, una vez más,
a su fugaz amante, siempre húmeda.
Desde el gran Salomón, y antes, es así.
Desde que vivo -después,
mucho después de haber nacido-
el río fluye conmigo dentro,
conmigo parte.
Sin embargo tu conjuro es eficaz:
muda la luna, renace el sol,
los arboles crecen y mueren,
como los besos;
mi sangre se revuelve, circula.
Pero ayer dejé de ser,
dormido,
y hoy me levanto y tu recuerdo
permanece a todo.