viernes, marzo 04, 2005

Descontexto. Primer rostro.

Bitácora del Navegante. Descontexto.
¿Qué hace falta para ser feliz?
Un poco de cielo azul encima de nuestras cabezas,
un vientecillo tibio, la paz del espíritu.
A.M.
Comparto fragmentos de "Cinco Rostros del Amor", de Andre Maurois. (Émile Herzog, escritor francés que literalmente "hizo" escuela).
( 1 )
Primero. La Princesa de Clèves.

"El deseo sexual, que se encuentra en la raíz de los sentimientos amorosos, sigue siendo un instinto casi inmutable; cambia tan poco como los cuerpos humanos. Pero las manifestaciones de ese instinto, que son las maneras de amar, varían en el curso de los siglos...""...Aquí nos proponemos señalar algunas variaciones del sentimiento del amor, en el transcurso de tres siglos de literatura francesa."
"Los antiguos no hacían como nosotros que el tema esencial de sus ficciones fueran las pasiones del amor. El héroe homérico se enfurecía si alguien le arrebataba su cautiva, pero aquello era más bien orgullo y no celos. La belleza de Elena desencadenó la guerra de Troya, pero los sentimientos de Elena sólo representaron un papel secundario en la Ilíada. Penélope era una esposa honorable; no era una enamorada. Todo amor que llegaba más allá del deseo parecía locura..."
"La creación del héroe novelesco en la vida real, realizada por la novela de caballería, es tanto más notable cuanto que los hombres así transformados, eran guerreros, hombres de naturaleza violenta y a menudo despótica, que en el primer momento debieron encontrar que era una humillación tener que respetar los caprichos y la voluntad de una mujer..."
"La pasión -dice Pascal en el Discurso sobre las Pasiones del Amor- no puede ser bella sin exceso. Cuando no se ama demasiado, no se ama suficientemente...Hay santidad en ese amor. A él se lo sacrifica todo, uno enferma de él y hasta muere y se siente orgulloso de morir por él..."
"Pronto ese amor que llena la vida se transforma en un mero juego. Se explora el Mapa de la Ternura. Uno deslaberintiza sentimientos..." "Inmediatamente, reacciona la comedia, castigo social..." "Una reacción estoica anuncia el nacimiento del mejor clasicismo, a la espera de que en el siglo siguiente los excesos del discreteo lleven a los del libertinaje."
"Pero antes de desaparecer, el ideal heróico aplicado a las pasiones del amor tenía que producir una obra maestra que es la Princesa de Clèves. Esa novela es una especie de milagro, porque en ella se mantiene el equilibrio entre el vigor de las pasiones y la moderación del tono."

"Madame de La Fayette (nota: la autora) tuvo por nombre de soltera Marie Madeleine de la Vergne...tuvo juventud harto libre..." "Mademoiselle de La Vergne todavía no era casada a los veintidós años, a pesar de su gracia e inteligencia, soltería que en aquellos tiempos era bastante rara. Se resignó pues a celebrar un matrimonio arreglado con un conde de La Fayette, hombre de elevado rango por nacimiento y de espiritu pequeño que al celebrar la primera entrevista no encontró exactamente nada que decirle a aquella joven demasiado brillante..."
"La Rochefoucauld.... pasó toda la ultima parte de su vida con Mme. de La Fayette...Ellos piensan en su pasado. La Rochefoucauld evoca los amores del príncipe de Marcillac; Madame de La Fayette recuerda las coqueterías de Mademoiselle de La Vergne... y así nació la Princesa de Cleves..."

"La trama... se desarrolla en la corte de Francia, en la corte de Enrique II. Mademoiselle de Chartres, maravillosa y perfecta desde todo punto de vista, se casa con el príncipe de Cleves. Es un matrimonio de conveniencia...(ella) estima mucho a su futuro marido. No lo ama, pero no conoce el amor; se casa con toda buena fe y con el firme propósito de ser fiel. Por desdicha y por azar, la princesa de Cleves conoce en un baile a M. de Nemours que es el gentilhombre más seductor de la corte... Ella lo ama, primero sin querer confesarlo a sí misma. Después los celos le revelan sus propios sentimientos. Por ese hecho se siente inquieta, avergonzada, y acaba por tomar el partido de confiar el secreto a su marido... tal reconocimiento no tarda en convertirse en celos. Para M. de Cleves es un suplicio espantoso pensar que su mujer ama a otro y que ese otro sea una figura tan brillante. M. de Cleves acaba por morir, ya que en el siglo XVII se moría de amor. He ahí a Mme. de Cleves libre, y uno podría suponer que se casaría con Nemours; pero no ocurre semejante cosa. Lo rechaza porque piensa que Nemours y ella son responsables de la muerte de M. de Cleves. Sin embargo, sigue amándolo. Pronto muere ella misma de tristeza, después de haber pasado el fin de su vida en la austeridad y la devoción."

Sólo la incertidumbre mata los celos.
A.M.
Diálogos imperdibles...

"-Es posible -le decía- que yo pueda no ser feliz al casarme con vos? Sin embargo, la verdad es que no lo soy. Vos no sentís por mí sino una especie de bondad que no puede satisfacerme. Vos no tenéis ni impaciencia, ni inquietud, ni desazón; vos no os conmovéis más por mi pasión de lo que os conmoveríais de un apego que sólo se fundara en las ventajas de vuestra fortuna y no en los encantos de vuestra persona.
"-Cometéis injusticia en quejaros -le respondía ella-. No sé qué podéis anhelar más allá de cuanto hago, y me parece que el decoro no permite que yo haga más...
"-No aludo -replicó él- ni a vuestra inclinación ni a vuestro corazón, y mi presencia no os causa ni placer ni molestia.
"-No podríais dudar -siguió diciendo ella- que siento alegría en veros, y me sonrojo tan a menudo al veros que tampoco podríais dudar de que vuestra vista me perturba.
"-No confundo vuestro sonrojo -respondió el-. Es un sentimiento de modestia y no un movimiento de vuestro corazón, y yo no saco más conclusiones que las que debo sacar.
...
"-Jamás os he podido brindar amor -expresa (nota: M. de Cleves, que cree morir de dolor al oir la confesión de su mujer, que lo hace para serle fiel)- y veo que teméis sentirlo por otro. Y quién es, señora, ese hombre feliz que os causa ese temor?...Siento a un mismo tiempo los celos de un marido y de un enamorado; pero es imposible tener los de un marido despues de un proceder como el vuestro."


(n: M. de Cleves se retira de la corte, y M. de Nemours la sigue y la descubre vistiendo sus colores distintivos: se da cuenta que lo ama en silencio, pero no se da a conocer, aunque alguien lo ve, se lo cuenta a M. de Lafayette y él cree que ella lo engaña, por lo que pronto a morir, ella acude llorando)."
-Vertís muchas lágrimas señora, por una muerte que vos provocáis y que no puede causaros el dolor que fingís...Por qué hablarme de la pasión que sentíais por M. de Nemours, si vuestra virtud ya no tenía extensión para resistirla? Yo os amaba hasta permitir que me enañarais, lo reconozco avergonzado; he lamentado ese falso reposo del que me habéis sacado. Por qué no me dejasteis en esa ceguera tranquila de que gozan tantos maridos? Tal vez yo hubiera ignorado toda mi vida que amabais a M. de Nemours. Moriré -añadió-, mas sabed que me hacéis la muerte agradable, y que después de haberme arrebatado la estimación y la ternura que por vos tenía, la vida me causará horror...Adiós señora! Algún día echaréis de menos a un hombre que os amaba con pasión verdadera y legítima."
(n: la viuda se siente responsable por la muerte, al mismo tiempo que reconoce que ya no hay ningún deber que se oponga a sus sentimientos. Se encuentra con Nemours, quien destaca esa libertad de pasión)"
-Confieso -responde ella- que las pasiones pueden guiarme, pero no enceguecerme. Nada puede impedirme conocer que habéis nacido con todas las disposiciones para la galantería y con todas las cualidades para tener éxitos felices en ese terreno. Vos habéis tenido ya varias pasiones: tendrías otras y yo no sería vuestra felicidad; os vería por otra como habríais estado por mí; sentiría un dolor mortal y ni siquiera estaría segura de no padecer la desdicha de los celos".
(n: Nemours la pretende hasta que años de ausencia apagan su pasión. Madame de Cleves lleva su vida en forma austera en su residencia y otro tiempo en una casa religiosa, "y su vida, que fue bastante breve, dejó ejemplos inimitables de virtud")....
Maurois examina luego las razones de esa "sinceridad brutal": "O sus pasiones fueron débiles, o poseyó suficiente fuerza de carácter para vencer pasiones violentas...Torturada entre el deseo y la obligación, Madame de Cleves, estoica y cristiana, opta por la obligación..."
Pero la novela plantea otro problema -está claro que la conducta de Mme. no fue motivada por la religión, sino por la moral-. Y es que "Madame de Cleves podía a un mismo tiempo seguir siendo irreprochable y callar. Su fatal confesión es lo que tantos males causó..."
Maurois, haciendo "carne" a los personajes, entiende que se trata sólo de un caso, no de una generalización: ellos se esforzaban por "llevar su vida noblemente, siguiendo sus pasiones al honor y al deber. Como eran hombres y mujeres distaban mucho de salir siempre airosos; pero como nosotros mismos somos falibles debemos perdonarlos y estar agradecidos a aquél siglo XVII francés que nos presentó una de las más bellas imágenes del hombre en uno de los más hermosos lenguajes."
Y casi como moraleja, descubre su propio sendero:
"...me aventuraría a expresar que el peligro de la sinceridad estriba en que rara vez es sincera. Quiero decir que antes de aventurarse a describir, para quienes nos aman, sentimientos que tanto pueden hacerlos sufrir, convendría primero tener seguridad:
1º De que realmente los experimentamos y no por mera ilusión y con intermitencias.
2º Que el mal no tiene remedio.
3º Que el carácter de nuestros amigos sea de tal naturaleza que les permita tolerar la sinceridad.
Si se cumplen esas tres condiciones, entonces confiémonos secretos que, tanto en amor como en amistad, siempre son difíciles y pesados de llevar.
Si no se cumplen, tengamos el valor del silencio."

Sin palabras, (o un sincero silencio) por magnífico, a este primer rostro del amor.