viernes, diciembre 24, 2004

Descontexto. Algo de Baudrillard

Bitácora del Navegante. Descontexto.

"La verdad es algo de lo que hay que desprenderse cuanto antes y pasárselo a alguien. Al igual que la enfermedad, es la única manera de curarse. Quien guarda en mano la verdad, ha perdido.

Jamás sabemos por qué nos sentimos seducidos. De lo que estamos seguros es de que era cosa del destino. No hay sentimiento que lleve consigo semejante evidencia. Algo se nos ofrece, de repente, sin apelación posible: podemos eliminar el abominable trabajo psicológico al que, con más firmeza aún que al trabajo social, estamos condenados, y acceder vivos a la absolución total.

Una movilidad maravillosa, encantadora, una presteza aérea: el gato. Cualquier seducción es felina. Es como si las apariencias comenzaran a funcionar por sí solas y a encadenarse sin esfuerzo. Felinidad de las apariencias. En ellas, nada se desencadena, todo se encadena. Pues la felinidad no es más que el encadenamiento soberano del cuerpo y del movimiento.

Ya no es la histeria ni la esquizofrenia, ni siquiera la paranoia, lo que nos acecha (aunque ésta debería predominar lógicamente en los tiempos que se avecinan), sino, a más o menos largo plazo, la melancolía. Con su avanzadilla, la hipocondría , esa ridícula descripción de los cuerpos y de los órganos sobrecargados, abatidos, tristes por involución. Todos los sistemas, en particular los políticos, son virtualmente hipocondríacos: gestionan e ingieren su propios órganos muertos.

Las manos de las mujeres son conmovedoras, ardientes, frágiles. Son simbólicamente más evidentes y más diáfanas que el sexo. Las manos y el cabello. Acaso aquella que le regaló sus ojos se habría cortado las manos para ofrecérselas a quien le hubiera dicho que eran aún más seductoras que su mirada? Manos inanimadas, traslúcidas, manos de mujer celosas la una de la otra.

El momento emocionante es aquel en que una mujer se descalza y empequeñece repentinamente delante de nosotros. Se hace maravillosamente minúscula, y al mismo tiempo su cara cambia. Inaugura la intimidad en lo que tiene de más seductor.

Yo he jugado a la pasión, he jugado a la ternura. He jugado a la ruptura, he jugado a la tristeza. He llevado al máximo la expresión de la tristeza, de la misma manera que antes había llevado al máximo la apariencia de las ideas. Pero es la única salida que nos incumbe en un mundo especulativo sin salida: producir los signos más perfectos de una idea. O un mundo afectivo sin salida: producir los signos más perfectos de una pasión.

Lo indefectible es esta posibilidad de esperarlo todo de alguien, a cada nuevo encuentro. Idealmente, todos somos vírgenes y esperamos en contra de toda lógica, encontrar un destino en cualquier rostro."

Fragmentos de las primeras Cool Memories, Jean Baudrillard.