sábado, octubre 16, 2004

Pensares: welcome home

Bitácora del Navegante. Pensares.

Acabo de ser protagonista de un extraño, encantador y mínimo suceso.
Salí de trabajar, y fui al hotelillo a buscar unas cosas, y por qué no, descansar unos minutos antes de emprender el retorno al hogar.
Ni combi ni colectivo, tren para el viaje.
Un alimento veloz, boleto y asiento.
Duró el tiempo justo para que en Acassuso terminase de leer uno de los links anteriores, el de destino y tragedia -Hamlet-. Y la revista la hoja de los cartoneros.
Interestación, me calcé el abrigo, maletín y bolsa.
Escena repetida: tren que disminuye velocidad, uno frente a las puertas vidriadas que dejan ver fragmentos del destino. Entorno clásico. Desembarco.
Y entonces... San Isidro mismo vino a recibirme; estaba el aire pleno, densamente cargado con una fragancia floral indescriptible. Yo era sólo sentido del olfato, y por lo tanto me confundí entre los brazos de los aromas de paraísos, de naranjos, de jazmincitos.
San Isidro haciéndose querer...
Qué alegría íntima, exclusiva.Me transportaron las brisas entre cordones de árboles y enredaderas, hasta este preciso lugar donde imprimo las sensaciones.
Milagros del Angel Gris...
Gracias.
(Sé que no lo soñé, a mi lado entre todas las cosas, una flor tan gigante como roja -arrancada indecentemente del alambrado del ferrocarril- me lo atestigua. Y la naturaleza, como los niños y los ebrios, no miente).


!"Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano...entonces ¿qué? ".