domingo, octubre 17, 2004

Pensares: Pequeña Excursión...

Bitácora del Navegante. Pensares.

Sábado... después del mediodía.
Decido levantarme, salir de casa y hacer una pequeña excursión por el exterior. Llego hasta el patiecito de mi viejo... y observo...
El cielo: azul y verde. Las ramas del palo borracho, más las del sauce eléctrico, cubren la mitad del cielo claro, límpido. Es lindo acostarse en el banco y mirar arriba... cada tanto un vuelo de palomas (las mías, que salen a pasear). Cada tanto unas gaviotas? que van al río a ver si hay bajante.
Me incorporo porque viene Bocha de jugar a la pelota, y ahora se juega con unos mates.
De pronto miro con atención al ángulo superior izquierdo de la casilla de mi papá: entre las chapas del alero y la madera del machimbre -y gracias a los chistidos que me hacían- descubro un par de piquitos abiertos... reclamando comida! Son dos que asoman, pero si paro la oreja descubro que atrás alguien más pía.
Al rato viene la madre?. Tiene un baberito negro, por lo que descubro -gracias al link que agrego al título, pq sino pensaba que eran gorriones- que es un chingolo. Parece que me mira que la miro, y no se atreve a acercarse al nido. Se queda en un alambrecito cercano... Va y vuelve... al final se decide y, desde el alambrecito, hace un "llamamiento". Las dos cabecitas vuelven a salir de su desesperanza, y abren los picos en ángulos de 90º. Mamá alimenta desde el borde de la madera, pero uno saca más que el otro el pescuezo, y por tanto llena más el buche. Entonces los bautizo: "Cuello Estirado", "Cuellito" y "Multitud" (el tercero, que no aparece en escena).
Cada tanto, con menor frecuencia, aparece otro pajarito, gris amarronado, trayendo lo suyo: pero cuando tiro unas migas de pan, es él? quien mantiene a raya a los oportunistas.
Domingo.
Vuelvo a eso de las 11am a casa. Encuentro a Trapo y Marcelo y me los llevo a tomar mate. Mientras me cambio, Marcelo trae entre las manos un pichoncito: le digo que lo deje y lo suelta ahí nomás; y sale saltando hacia el portón alambrado (en el post vecino hay una foto cercana) y se guarece detras de un tronquito (que a la sazón, cubre un hueco por el que se escapaban Duque y Kaisey). Hay más sorpresas: encima del tronco hay otro pichón, y ahora reunidos se ponen a reclamar a sus progenitores. Se ve que están en su primer vuelo: se acicalan las alitas, pero no van a ningún lado... Un familiar? aterriza en el alambrado y salta al lado de afuera, llevándose por imitación a los pichones. Les había tirado una miga de pan, pero no picaron... los que vinieron fueron otros gorriones, un zorzal -que ni tocó bocado, caminaba señorialmente por la zona y más tarde me dedicó unas cantigas- y alguna que otra palometa, y también... mamá chingolo!! La reconozco por el baberito negro: agarra unas migajas y vuela hacia la casilla.
Los chicos se van a comer un asado con la Ramona... me invitan junto con Caro pero me quedo a llamar a mi vieja, que está en Vigo todavía.
Despues, siguiendo la excursión, la alargo hasta el río. Bordeo la zanja, cruzo el bosque, piso un alambre de púas (·"$·&·"$%$) y juego al tira y traiga con una pelota en el agua, en la cual luego no resistiré darme una chapuza.
No mucha vida animal: la garcita blanca de siempre, caminando sobre los camalotes... Pero sí flores, plantas, árboles a granel. Prometo hablar de ellas y de las plantas de casa (el alóe tiene como una... extremidad, que crece con flores rojas y cerradas como metro y medio sobre el suelo!).
Con una bolsita de resaca y un plantín de manzanilla, vuelvo a casa a bañar a los canes y al mismo bañador. El documental termina en fade to black.
Pensar que los del Discovery cobran por eso... turros... (sana envidia).
Fin de la pequeña excursión.
Hay tanta vida allá afuera...