Existo, luego pienso
Bitácora del Navegante. Pensares.
Pensar, para qué? Una actividad que empieza circular, buscando sentido en si misma, me trae sospechas...
Un poco está bien. Y en su momento.
Pensar demasiado enmudece, paraliza, desconcierta.
Es igual cuando uno está enamorado: parece que nos movemos y hacemos locuras; pero es sólo el corazón que juega a las marionetas con nuestra vida.
Hoy me interesa más aprender a amar que a pensar.
Y si puedo, prefiero no preferir. Pero si elijo, elijo amar.
Ultimamente, tiendo a creer que la manera más sublime, antigua, oculta y difícil es estar.
Estar.
E-S-T-A-R
y seguir estando.
A no creer demasiado lo que digo... igualmente. Al final, sólo son creencias de un grumete hecho capitán a la fuerza, navegando en uno de los siete mares.
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