martes, mayo 18, 2004

Bitácora del Navegante. Transcripciones.

"Sólo aquel que no espera nada tiene verdaderamente todo. Dice el "Sankhya-Sutra": "Sólo es feliz quien ha perdido toda esperanza; porque la esperanza es la mayor tortura que existe, y la desesperanza la mayor dicha". La desesperanza no es la tristeza ni la desdicha, sólo es el efecto de no esperar nada. A esto llamo yo la alegre desesperanza. Y esta es una verdad que vemos confirmada en la experiencia de la vida: los momentos de felicidad son aquéllos en los que nos sentimos completos, en los que no esperamos otra cosa más que lo que es..."
"A menudo me defino como "ateo fiel". Es verdad que desde un punto de vista especulativo, conceptual, estoy mucho más cerca del budismo, pero también es cierto que he nacido en el cristianismo, he sido cristiano hasta los 18 años. En una ocasión, cuando el Dalai Lama visitó Francia para dar unas conferencias, un joven se le acercó y le dijo: "Su Santidad, yo quisiera convertirme al budismo". Entonces el Dalai Lama, con inmensa sabiduría, le respondió simplemente: "¿Y por qué al budismo? Usted tiene el cristianismo, y está muy bien". Si yo me siento próximo al budismo no es por practicar una especie de exotismo. Sin embargo, intento también explorar mi propio mundo, mi tradición cultural, avanzar sobre un camino que es el mío, y no puedo dejar de reconocer ciertos valores que son cristianos. Es más: reivindico una cierta fidelidad a valores morales que son judeo-cristianos. Me gusta decir: "La fidelidad es lo que queda de la fe cuando ésta se ha perdido". Porque al fin y al cabo, ¿qué oponemos al fascismo y la xenofobia sino valores que son judeocristianos?..."


El francés André Comte-Sponville pertenece al reducido mundo de los filósofos cuya obra ha conocido la gloria equívoca de la popularidad. Nacido en París en 1952, estudió en la Ecole Normale Supérieure y en la Sorbona, donde tuvo como maestros al marxista Louis Althusser y el postestructuralista Jacques Derrida. Desatento a las modas, visitante perpetuo de los grandes filósofos de la Antigüedad, Comte-Sponville no oculta su desdén por la filosofía entendida como disciplina profesional y su empeño en resaltar su condición de herramienta para la vida. Igualmente nítidas son la suspicacia que le inspiran los grandes sistemas cerrados y su preferencia por pensadores asistemáticos como Montaigne y Pascal. Tanto la limpidez de su expresión como su vigoroso estilo comunicativo han posibilitado que sus libros —la mayor parte de los cuales han sido traducidos al castellano— conquistaran a amplios sectores de público. Así, su Pequeño tratado de las grandes virtudes (Espasa Calpe, España, 1996) se convirtió en un imprevisible best-seller en su país y fue traducido a una quincena de lenguas. Vasta resonancia lograron también otros libros suyos, como La sabiduría de los modernos: diez preguntas para nuestro tiempo (Península), La felicidad, desesperadamente, El amor la soledad e Invitación a la filosofía, estos tres editados en Paidós. Su última obra, el Diccionario Filosófico será distruibuida en los próximos meses en la Argentina, también por Paidós. Entrevistado por Clarín.