miércoles, abril 14, 2004

Bitácora del Navegante. Fragmentos.

"...debilidad. Desesperado, no puede olvidarla: en un sentido se aborrece, no queriendo humillarse bajo su peso, como el creyente, para volverse a encontrar de ese modo; no, en su desesperación, ya no quiere oír hablar de sí mismo, no quiere saber nada de sí mismo...Por el contrario, muy a menudo le domina una necesidad de soledad, tan vital para él a veces como respirar, o a veces de dormir. Que tenga esa necesidad vital con más fuerza que el común de las gentes, es en él otro signo de una naturaleza más profunda. La necesidad de soledad prueba siempre en nosotros la espiritualidad, y sirve para medirla...Pero pasadas esas horas, y calmada su necesidad de soledad, es como si saliese...incluso cuando entra para encontrar mujer e hijos. Lo que hace de él un marido tan tierno, un padre tan solícito es, además de su fondo bonachón y su sentido del deber, esa confesión que en lo más profundo de si mismo el se ha hecho sobre su debilidad."

Soren Kierkegaard, Tratado de la Desesperación.