jueves, diciembre 25, 2003

Bitácora del Navegante. Pensares.

De pronto Soy, y Somos. No puedo ser, si no somos. Inspiro el aire. Comparto el espacio con él, pero es mucho más grande, aunque quizás no tan viejo. El Sol, Dios a medias, o de a ratos, va. El viento lo acompaña y empuja las aguas hacia mí: se meten, primero timidamente, en túneles culturales, en intersticios de casas viejas, rotas. Bañan la historia como si quisieran borrarla. Allá las aves, y ahora sobre mí, la rezagada. También la brisa las convence de venir, atravezarme y partir.
Las olas parecen enojadas; al menos es lo que parece al oírlas golpear con furia a su propia hermana, o al destino orillero.
Alguien me busca, o quiere algo que tengo. Tengo el Sol, el aire, el agua o la roca donde soy? Y si acaso existiera algo mío, podría darlo infinitamente?
El está mirando el horizonte abandonado. Se le escapa la luz, y el aire y el agua se mueven sobre su piedra, inmóvil, casi imperturbable.
La araña que me recorre y acompaña es, sobre mis dedos, hasta que el viento quiere. Ella estuvo en el principio.
El agua amenaza, la luz escasea. El aire da espacio a otros seres. El Sol ya no está, creo que sigue siendo, pero no sé porque estoy seguro que mañana vendrá. Podrá acaso darme luz infinitamente? Lo que supongo mío podré negarlo a otros? Y si lo doy, podré hacerlo por siempre?
Ahí vienen, a buscarme o a tomar lo que tengo. El también lo hace. Parece necesitarlo más.
Y cuando todo se va, redescubro que soy, otra vezz. Sigo siendo, y creo, misteriosamente seguro, que el astro rey volverá, que poseo el infinito para dar, mientras quiera hacerlo.
Ah, es cierto lo escrito, lo testimoniado. Verdaderamente puedo llegar a ser, ser hijo de Dios.